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Volker W. Wycliff
Mejor personaje masculino
Fic: "Cullens"
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Página 2 de 2. • 1, 2
Fic: "Cullens"
Recuerdo del primer mensaje :
En la vida hay personas que uno daría la vida por ellas, porque realmente las valen. Pareciera que tu vida es muy pequeña a comparación de lo que es esa persona para ti. Y dirías que vivirías para toda la eternidad con esa persona. ¿Y si tenés esa opción, que harías?
Creo que esa opción la tuvieron mis padres, y tomaron la correcta. Viven en la eternidad juntos después de un fatal accidente automovilístico en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Y por eso, mi hermana y yo, como somos menores (tenemos diecisiete años), tenemos que tener un tutor. La asistente social, llamada Carolina, buscó familiares cercanos, pero nosotras le aseguramos que nuestros abuelos murieron cuando nosotras éramos pequeñas y que la única familia que nos quedaba a nosotras éramos la una a la otra. Pero Carolina insistió en que en algún lado tenía que haber aunque sea un tío lejano. Le recordé que mi madre era hija única y que mi padre tenía un hermano, pero había muerto en la guerra de Irak en el año 2003. Así que quedamos nosotras solas. Pero esa tarde, en un nuevo viaje a Capital, Carolina nos tenía algo preparado. Había encontrado unos datos sobre un único pariente con nuestro apellido. Y con alguna conexión…o eso creía.
Luego de los saludos principales, mi curiosidad ganó.
-Entonces… ¿Cuál es el nombre? –pregunte ansiosa.
-Carlisle Cullen –respondió con una sonrisa Carolina.
-Tiene nuestro apellido –respondí y mire a mi hermana Nancy.
-No es común ese nombre. ¿En donde vive? –preguntó ella.
-Ese es el caso. Vivió en varios lados, pero no puedo ubicarlo. El ultimo paradero que encontré fue en… -agarró los papeles y leyó –Forks, Washington. Esto es al noroeste de Estados Unidos.
Mi hermana y yo nos quedamos heladas. ¿Estados Unidos? Estaría bromeando.
-¿Hablaste con él? ¿Conseguiste un número, dirección o algo? –atacó con preguntas mi hermana.
-Tengo el número del trabajo; es médico. Lo llame, pero no se encontraba. Voy a insistir mas tarde.
Esas fueron las palabras que intercambiamos. Luego mi hermana y yo decidimos que era hora de irnos a casa. Ya que estábamos solas, la casa quedaba en nuestras manos. En realidad, semi solas, ya que el ama de llaves, que era la mejor amiga de mi madre, decidió tomar la tutoría hasta que encontraran a un familiar. Nos despedimos y nos fuimos. En el viaje ninguna intercambio palabra con la otra. Pensábamos, creo yo, que hacer con alguien que nos tendría que cuidar en Norteamérica. ¿Vendría él o nosotros iríamos para allá? No preguntamos si era casado o no. Tampoco como lo conoció papá. Creo que tampoco lo queríamos saber. Estábamos preocupadas por nuestras vidas de ahora en adelante. Yo más por Nancy que por mí.
Científicamente, aunque seamos mellizas, yo soy la mayor ya que nací unos minutos antes que ella. Pero, lo más curioso, es que con ella el único parecido que tenemos es que nacimos el mismo día y el mismo año. Nada más. En el parecido físico y temperamental somos muy diferentes: ella se parece más a mi madre y tiene el carácter de mi padre y yo viceversa. Y creo que también tenemos igualdad en la música que nos gusta. A las dos nos gusta el rock punk, nos vestimos de negro y…nada más. Eso es todo. Es bastante divertido. Me gusta. Prefiero eso antes de las preguntas insulsas de: “¿Son hermanas mellizas?” y las dos somos dos gotas de agua. Siempre esta esa pregunta. No sabía como agradecer a Dios en ese caso. Evitar la estupidez de la gente.
Pasaron los días y Nancy y yo no teníamos noticias de este hombre. Tal vez Carolina se había equivocado y era un hombre que no tenía nada que ver con nosotras. Pero nos equivocamos.
A las dos semanas, mientras merendábamos con la música de Paramore de fondo, suena el teléfono. No se como, pero mi hermana lo oyó y atendió.
-¿Hola?
-¿Jaz?
-No, soy Nan –respondió media enfadada. ¿Tendríamos parecida la voz?
-Hola Nancy, tengo noticias –dijo la voz emocionada de Carolina del otro lado.
-¿Qué ocurrió? –indagó mi hermana mientras yo me acercaba y compartíamos el auricular.
-Me llamo Carlisle. Le comente sobre la situación y sobre ustedes. Aceptó la tutoría. Las espera en Forks.
Yo no se que cara puse, pero vi la de mi hermana. ¿Emoción, enfado, desilusión, esperanzas? Muchas emociones mezcladas me hacían marearme. Preferí agarrar el auricular por la cuenta ya que Nancy no respondía.
-¿Cuándo viajaríamos? –pregunté.
-Mañana mismo. Carlisle pidió pagarles el traslado. Las espera en el aeropuerto.
Hubo un silencio mortal en la casa. Todo parecía ir muy lento y muy rápido a la vez.
-O.K –respondí -¿a que hora sale el…avión? –pregunte no creyendo que por fin se cumpliría mi sueño de volar.
-A las ocho de la mañana. Voy a enviar un taxi para que las vaya a buscar cerca de las siete y cuarto. Estén preparadas.
-Esta bien –respondí. En ese momento parecía que Nan volvía a ser ella y reaccionó.
-Preguntale que va a pasar con la casa.
-Carolina, ¿y la casa?
-Esta en sucesión, así que hasta que ustedes no cumplan los veintiuno, la casa no la puede tocar nadie.
-Entiendo –tartamudeé.
-Muy bien. Nos vemos mañana –se despedía Carolina.
-Hasta mañana –saludamos a dúo y cortamos. Luego nos quedamos viendo la una a la otra.
-Nan…mañana viajamos a Estados Unidos…
Las dos no sabíamos como actuar. Si, íbamos a conocer el centro del mundo, por decirlo así, pero no habían pasado ni cinco años del fallecimiento de nuestros padres, y no sabíamos como actuar en esta situación. Nadie nos había enseñado a ser feliz en un ambiente de tristeza.
Me daba un poco de rabia irme. Dejaba toda una vida adolescente empezada en Capital Federal, más precisamente, Palermo y no podía dejarlo así no más. Tenía mis conocidos, mis amigos del colegio y mi banda. ¿Cómo dejarlos colgados? Pero bueno, creo que es una de esas decisiones de las que depende tu futuro. Decidí llamar a Ale, el guitarrista de mi banda y mi mejor amigo, y comentarle el asunto.
-¿Te vas? –fue lo que dijo mientras yo me apoyaba en la ventana de mi cuarto mirando hacia ningún lado.
-Si…
-Jaz…no se que decir –dijo mientras sentía que largaba un bufido -¿Los chicos…?
-No, todavía no lo saben –me anticipé.
Un silencio invadió el teléfono.
-Vamos a necesitar una nueva cantante –soltó. Nos reímos juntos. Luego me acorde y mire la hora.
-Tengo que cortar. Tengo que ir a comprar unas cosas antes que cierre el mercado –dije.
-Esta bien…-me dijo medio triste –Jaz…
-Si, Ale –esperé.
-Te vamos a extrañar…
Yo sonreí. Yo lo quería mucho. Y realmente lo iba a extrañar a él y a los demás.
-Yo también, Ale. Creelo que es así.
Nos despedimos y corte.
Me acosté en mi cama y pensaba en que haría mi madre. Ella querría lo mejor para nosotros. Finalmente, como hago con las cosas que no tienen oportunidad para mi razonamiento, se lo deje en las manos de Dios y me fui a comprar. Hoy era el día en que le tocaba a Nan envenenarme en la cena, así que le pedimos a Griselda, nuestra ama de llaves, que nos dejara ir de compras. Fuimos las dos al súper a comprar lo que necesitábamos para esa noche y para el viaje mañana. Generalmente, la gente cerca de casa conocía bien a mi madre y nos ayudaban con lo que podían, pero la asistente social nos ayudaba lo justo y necesario como para quejarnos. Juntamos todo lo que había anotado en la lista y fuimos a la caja. La mujer de la caja, que nos conoce desde que nacimos, siempre nos sacaba charla. Era una mujer que no pasaba de los cuarenta, morena, pelo oscuro atado en una cola de caballo y con una sonrisa de oreja a oreja. No se porque, pero era una de las pocas personas que apreciaba un poco. Y me caía bien, era simpática. Esa tarde era nuestra última tarde de charla.
-Hola, Jazmín, Nancy. ¿Cómo están? –empezó.
-Bien, gracias por preguntar –dije.
-¡Epa, que cantidad de cosas! ¿Están por irse a algún lado? –preguntó mientras mostraba sus blancos dientes.
-Si, en realidad si –respondió Nan mientras guardaba las cosas en una bolsa de nylon.
-¿Adonde? Si se puede saber… -se atajo mientras pasaba las gaseosas individuales y los maníes que compre para el viaje.
-Encontraron un pariente nuestro en Estados Unidos –le comente –va a ser nuestro tutor.
-¿En serio? –preguntó. Moví afirmativamente la cabeza.
No se porque, pero calló. Solo quedó con mirada sorprendida. Yo guarde toda la mercadería en las bolsas de nylon. Intente pagar, pero la cajera no quiso.
-Un regalo de despedida –fue su explicación.
Agradecimos y nos despedimos.
-Chau –dijimos a dúo.
-Chau, chicas… -parecía que le iba a salir unas lagrimas –suerte.
-Gracias –dijimos con una sonrisa y nos fuimos.
Llegamos rápido a casa. Eran cerca de las siete y media cuando entramos por la puerta trasera de mi casa, dejamos las cosas en la mesada de la cocina y yo tenía el plan de irme a caminar por el rosedal. Pero algo me detuvo. Cuando entramos las dos al comedor, un grito de “¡Sorpresa!” en varios tonos de voces nos sorprendió. Tal vez parecía perdida, porque una persona salio entre todos nuestros amigos y me vino a decir que me quería. Cuando estaba terminando la frase, lo reconocí. Era Ale. Y todas las demás personas eran amigos míos y de mi hermana.
-Tuve poco tiempo, pero le avise a todos –me decía mientras sonreía. Yo estaba muy emocionada. Lo abrace y vinieron los demás de la banda, Mati y Gabriel, a abrazarnos. De reojo mire a mi hermana. Sus amigas la abrazaban y saltaban al coro de “Nan no se va, y Nan no se va”. Salude a la mayoría de mis amigos y amigas, a las amigas de mi hermana y a varios adultos que estaban ahí, que eran unos padres de mis amigas. En medio de la multitud, veo que entra al comedor una persona que era muy especial para mí. Cuando la vi, me emocione y no podía dejar que mis lagrimas se quedaran en mis ojos. Era Amalia, nuestra mejor amiga y que no la veíamos hace cuatro años ya que se había mudado a Francia. Era nuestra vecina y compañera de travesuras en los cuales nos metíamos muy seguido. Nan no se había dado cuenta que ella había llegado. Corrí hacia su lado y le dije al oído que mirara hacia la parte de los adultos, donde Amy estaba situada buscándonos con la vista. En ese momento, gritamos su nombre.
-¡¡¡Amy!!!
Ella nos vio y una sonrisa iluminó su rostro
Un grito muy agudo, nuestras piernas corrieron a su dirección y nuestros brazos se encontraron. Nos abrazamos y las lágrimas fluían libremente. Cuando nos deshicimos del abrazo, nos mirábamos sonriendo.
-No puedo creerlo… -fue lo único que pudo salir de mi boca.
-¿No estabas en Francia? –le preguntó Nan.
-Era así, hasta hace unas semanas atrás me llamó Ale y me dijo lo de tus padres. En ese momento no podía venir, tenía unos parciales en el conservatorio. Pero la semana pasada pude terminar este semestre y decidí venirme. Cuando ayer llegué, quería darles una sorpresa, pero antes fui a ver a Ale. Me contó todo –dijo mientras la seriedad se hacia presente –lo siento tanto –dijo y nos abrazo nuevamente.
-Lo sabemos -le dijo Nan mientras también la abrazaba.
Yo no dije nada. Hace mucho que no hablábamos de lo que le había pasado a mis padres y tampoco quería. Prefería evitarlo. Odio mostrar mis emociones que me hacen débil. Pero eso no me impidió abrazarla. Amalia era como nuestra hermana, nos conocíamos de muy chicas y lo que nos unía era muy fuerte.
-Y hoy me llamo y me dijo de hacerles esta fiesta sorpresa. Me las arregle y vine. No podía dejarlas colgadas nuevamente.
-La verdad, que nos alegra tenerte mucho acá- sonreí.
La fiesta siguió su curso. Había pizza, empanadas, snack y otras cosas que los chicos compraron. Durante la noche, nos pidieron que nuestra banda tocara. Con mucho gusto, y con un poco de vergüenza de mi parte, armamos el escenario y practicamos algunos temas por arriba. Hace poco que empezábamos, y lo que hacíamos eran covers de Paramore, Tokio Hotel, Green Day, Red Hot Chili Pepers, Avril Lavigne y algunos más. Esa noche tocamos, y cantamos, That´s What You Get, Holiday, Moonsoon, Crush!Crush!Crush!, Runaway y otros mas. El ultimo tema, lo elegí yo.
-El siguiente tema –anuncie por micrófono –es un tema de Avril Lavigne llamado “Keep Holding On”, “Sigue aguantando” –traduci- y quiero dedicárselo a todos ustedes. Quiero que sepan que mi hermana y yo estamos muy agradecidas por todo su cariño y afecto que nos muestran todos los días. Y queríamos decirles que, aunque estemos lejos, ustedes siempre van a estar en nuestros corazones. Y este tema dice que pase lo que pase, siempre aguanta, mantente fuerte, porque de cualquier modo yo voy a estar allí contigo. Espero que les guste.
Lo tocamos muy emocionados, mi hermana y yo especialmente, y finalizamos la fiesta temprano, ya que al otro día el taxi iba a estar esperando temprano. Nos dolía en el alma que Amalia se vaya, pero ella también se tenía que ir mañana de nuevo a Paris, ya que empezaba el segundo semestre. A la noche, cuando nos estábamos por acostar, empezamos a hablar con mi hermana.
-La pasamos bien, ¿no? –me preguntó mientras se acostaba.
-Si –le respondí yo mientras me ponía una remera negra para dormir –fue todo muy emotivo, especialmente que haya venido Amy –recordé.
-Es cierto –dijo ella sonriendo –y con respecto a mañana…¿Cómo te sentís?
-Bastante nerviosa –confesé -¿tú?
-Yo también –suspiró –pero no hay que temerle a nada. Si total, son humanos igual que nosotros.
Dicho eso, apague la luz del cuarto y nos dormimos.
En la vida hay personas que uno daría la vida por ellas, porque realmente las valen. Pareciera que tu vida es muy pequeña a comparación de lo que es esa persona para ti. Y dirías que vivirías para toda la eternidad con esa persona. ¿Y si tenés esa opción, que harías?
Creo que esa opción la tuvieron mis padres, y tomaron la correcta. Viven en la eternidad juntos después de un fatal accidente automovilístico en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Y por eso, mi hermana y yo, como somos menores (tenemos diecisiete años), tenemos que tener un tutor. La asistente social, llamada Carolina, buscó familiares cercanos, pero nosotras le aseguramos que nuestros abuelos murieron cuando nosotras éramos pequeñas y que la única familia que nos quedaba a nosotras éramos la una a la otra. Pero Carolina insistió en que en algún lado tenía que haber aunque sea un tío lejano. Le recordé que mi madre era hija única y que mi padre tenía un hermano, pero había muerto en la guerra de Irak en el año 2003. Así que quedamos nosotras solas. Pero esa tarde, en un nuevo viaje a Capital, Carolina nos tenía algo preparado. Había encontrado unos datos sobre un único pariente con nuestro apellido. Y con alguna conexión…o eso creía.
Luego de los saludos principales, mi curiosidad ganó.
-Entonces… ¿Cuál es el nombre? –pregunte ansiosa.
-Carlisle Cullen –respondió con una sonrisa Carolina.
-Tiene nuestro apellido –respondí y mire a mi hermana Nancy.
-No es común ese nombre. ¿En donde vive? –preguntó ella.
-Ese es el caso. Vivió en varios lados, pero no puedo ubicarlo. El ultimo paradero que encontré fue en… -agarró los papeles y leyó –Forks, Washington. Esto es al noroeste de Estados Unidos.
Mi hermana y yo nos quedamos heladas. ¿Estados Unidos? Estaría bromeando.
-¿Hablaste con él? ¿Conseguiste un número, dirección o algo? –atacó con preguntas mi hermana.
-Tengo el número del trabajo; es médico. Lo llame, pero no se encontraba. Voy a insistir mas tarde.
Esas fueron las palabras que intercambiamos. Luego mi hermana y yo decidimos que era hora de irnos a casa. Ya que estábamos solas, la casa quedaba en nuestras manos. En realidad, semi solas, ya que el ama de llaves, que era la mejor amiga de mi madre, decidió tomar la tutoría hasta que encontraran a un familiar. Nos despedimos y nos fuimos. En el viaje ninguna intercambio palabra con la otra. Pensábamos, creo yo, que hacer con alguien que nos tendría que cuidar en Norteamérica. ¿Vendría él o nosotros iríamos para allá? No preguntamos si era casado o no. Tampoco como lo conoció papá. Creo que tampoco lo queríamos saber. Estábamos preocupadas por nuestras vidas de ahora en adelante. Yo más por Nancy que por mí.
Científicamente, aunque seamos mellizas, yo soy la mayor ya que nací unos minutos antes que ella. Pero, lo más curioso, es que con ella el único parecido que tenemos es que nacimos el mismo día y el mismo año. Nada más. En el parecido físico y temperamental somos muy diferentes: ella se parece más a mi madre y tiene el carácter de mi padre y yo viceversa. Y creo que también tenemos igualdad en la música que nos gusta. A las dos nos gusta el rock punk, nos vestimos de negro y…nada más. Eso es todo. Es bastante divertido. Me gusta. Prefiero eso antes de las preguntas insulsas de: “¿Son hermanas mellizas?” y las dos somos dos gotas de agua. Siempre esta esa pregunta. No sabía como agradecer a Dios en ese caso. Evitar la estupidez de la gente.
Pasaron los días y Nancy y yo no teníamos noticias de este hombre. Tal vez Carolina se había equivocado y era un hombre que no tenía nada que ver con nosotras. Pero nos equivocamos.
A las dos semanas, mientras merendábamos con la música de Paramore de fondo, suena el teléfono. No se como, pero mi hermana lo oyó y atendió.
-¿Hola?
-¿Jaz?
-No, soy Nan –respondió media enfadada. ¿Tendríamos parecida la voz?
-Hola Nancy, tengo noticias –dijo la voz emocionada de Carolina del otro lado.
-¿Qué ocurrió? –indagó mi hermana mientras yo me acercaba y compartíamos el auricular.
-Me llamo Carlisle. Le comente sobre la situación y sobre ustedes. Aceptó la tutoría. Las espera en Forks.
Yo no se que cara puse, pero vi la de mi hermana. ¿Emoción, enfado, desilusión, esperanzas? Muchas emociones mezcladas me hacían marearme. Preferí agarrar el auricular por la cuenta ya que Nancy no respondía.
-¿Cuándo viajaríamos? –pregunté.
-Mañana mismo. Carlisle pidió pagarles el traslado. Las espera en el aeropuerto.
Hubo un silencio mortal en la casa. Todo parecía ir muy lento y muy rápido a la vez.
-O.K –respondí -¿a que hora sale el…avión? –pregunte no creyendo que por fin se cumpliría mi sueño de volar.
-A las ocho de la mañana. Voy a enviar un taxi para que las vaya a buscar cerca de las siete y cuarto. Estén preparadas.
-Esta bien –respondí. En ese momento parecía que Nan volvía a ser ella y reaccionó.
-Preguntale que va a pasar con la casa.
-Carolina, ¿y la casa?
-Esta en sucesión, así que hasta que ustedes no cumplan los veintiuno, la casa no la puede tocar nadie.
-Entiendo –tartamudeé.
-Muy bien. Nos vemos mañana –se despedía Carolina.
-Hasta mañana –saludamos a dúo y cortamos. Luego nos quedamos viendo la una a la otra.
-Nan…mañana viajamos a Estados Unidos…
Las dos no sabíamos como actuar. Si, íbamos a conocer el centro del mundo, por decirlo así, pero no habían pasado ni cinco años del fallecimiento de nuestros padres, y no sabíamos como actuar en esta situación. Nadie nos había enseñado a ser feliz en un ambiente de tristeza.
Me daba un poco de rabia irme. Dejaba toda una vida adolescente empezada en Capital Federal, más precisamente, Palermo y no podía dejarlo así no más. Tenía mis conocidos, mis amigos del colegio y mi banda. ¿Cómo dejarlos colgados? Pero bueno, creo que es una de esas decisiones de las que depende tu futuro. Decidí llamar a Ale, el guitarrista de mi banda y mi mejor amigo, y comentarle el asunto.
-¿Te vas? –fue lo que dijo mientras yo me apoyaba en la ventana de mi cuarto mirando hacia ningún lado.
-Si…
-Jaz…no se que decir –dijo mientras sentía que largaba un bufido -¿Los chicos…?
-No, todavía no lo saben –me anticipé.
Un silencio invadió el teléfono.
-Vamos a necesitar una nueva cantante –soltó. Nos reímos juntos. Luego me acorde y mire la hora.
-Tengo que cortar. Tengo que ir a comprar unas cosas antes que cierre el mercado –dije.
-Esta bien…-me dijo medio triste –Jaz…
-Si, Ale –esperé.
-Te vamos a extrañar…
Yo sonreí. Yo lo quería mucho. Y realmente lo iba a extrañar a él y a los demás.
-Yo también, Ale. Creelo que es así.
Nos despedimos y corte.
Me acosté en mi cama y pensaba en que haría mi madre. Ella querría lo mejor para nosotros. Finalmente, como hago con las cosas que no tienen oportunidad para mi razonamiento, se lo deje en las manos de Dios y me fui a comprar. Hoy era el día en que le tocaba a Nan envenenarme en la cena, así que le pedimos a Griselda, nuestra ama de llaves, que nos dejara ir de compras. Fuimos las dos al súper a comprar lo que necesitábamos para esa noche y para el viaje mañana. Generalmente, la gente cerca de casa conocía bien a mi madre y nos ayudaban con lo que podían, pero la asistente social nos ayudaba lo justo y necesario como para quejarnos. Juntamos todo lo que había anotado en la lista y fuimos a la caja. La mujer de la caja, que nos conoce desde que nacimos, siempre nos sacaba charla. Era una mujer que no pasaba de los cuarenta, morena, pelo oscuro atado en una cola de caballo y con una sonrisa de oreja a oreja. No se porque, pero era una de las pocas personas que apreciaba un poco. Y me caía bien, era simpática. Esa tarde era nuestra última tarde de charla.
-Hola, Jazmín, Nancy. ¿Cómo están? –empezó.
-Bien, gracias por preguntar –dije.
-¡Epa, que cantidad de cosas! ¿Están por irse a algún lado? –preguntó mientras mostraba sus blancos dientes.
-Si, en realidad si –respondió Nan mientras guardaba las cosas en una bolsa de nylon.
-¿Adonde? Si se puede saber… -se atajo mientras pasaba las gaseosas individuales y los maníes que compre para el viaje.
-Encontraron un pariente nuestro en Estados Unidos –le comente –va a ser nuestro tutor.
-¿En serio? –preguntó. Moví afirmativamente la cabeza.
No se porque, pero calló. Solo quedó con mirada sorprendida. Yo guarde toda la mercadería en las bolsas de nylon. Intente pagar, pero la cajera no quiso.
-Un regalo de despedida –fue su explicación.
Agradecimos y nos despedimos.
-Chau –dijimos a dúo.
-Chau, chicas… -parecía que le iba a salir unas lagrimas –suerte.
-Gracias –dijimos con una sonrisa y nos fuimos.
Llegamos rápido a casa. Eran cerca de las siete y media cuando entramos por la puerta trasera de mi casa, dejamos las cosas en la mesada de la cocina y yo tenía el plan de irme a caminar por el rosedal. Pero algo me detuvo. Cuando entramos las dos al comedor, un grito de “¡Sorpresa!” en varios tonos de voces nos sorprendió. Tal vez parecía perdida, porque una persona salio entre todos nuestros amigos y me vino a decir que me quería. Cuando estaba terminando la frase, lo reconocí. Era Ale. Y todas las demás personas eran amigos míos y de mi hermana.
-Tuve poco tiempo, pero le avise a todos –me decía mientras sonreía. Yo estaba muy emocionada. Lo abrace y vinieron los demás de la banda, Mati y Gabriel, a abrazarnos. De reojo mire a mi hermana. Sus amigas la abrazaban y saltaban al coro de “Nan no se va, y Nan no se va”. Salude a la mayoría de mis amigos y amigas, a las amigas de mi hermana y a varios adultos que estaban ahí, que eran unos padres de mis amigas. En medio de la multitud, veo que entra al comedor una persona que era muy especial para mí. Cuando la vi, me emocione y no podía dejar que mis lagrimas se quedaran en mis ojos. Era Amalia, nuestra mejor amiga y que no la veíamos hace cuatro años ya que se había mudado a Francia. Era nuestra vecina y compañera de travesuras en los cuales nos metíamos muy seguido. Nan no se había dado cuenta que ella había llegado. Corrí hacia su lado y le dije al oído que mirara hacia la parte de los adultos, donde Amy estaba situada buscándonos con la vista. En ese momento, gritamos su nombre.
-¡¡¡Amy!!!
Ella nos vio y una sonrisa iluminó su rostro
Un grito muy agudo, nuestras piernas corrieron a su dirección y nuestros brazos se encontraron. Nos abrazamos y las lágrimas fluían libremente. Cuando nos deshicimos del abrazo, nos mirábamos sonriendo.
-No puedo creerlo… -fue lo único que pudo salir de mi boca.
-¿No estabas en Francia? –le preguntó Nan.
-Era así, hasta hace unas semanas atrás me llamó Ale y me dijo lo de tus padres. En ese momento no podía venir, tenía unos parciales en el conservatorio. Pero la semana pasada pude terminar este semestre y decidí venirme. Cuando ayer llegué, quería darles una sorpresa, pero antes fui a ver a Ale. Me contó todo –dijo mientras la seriedad se hacia presente –lo siento tanto –dijo y nos abrazo nuevamente.
-Lo sabemos -le dijo Nan mientras también la abrazaba.
Yo no dije nada. Hace mucho que no hablábamos de lo que le había pasado a mis padres y tampoco quería. Prefería evitarlo. Odio mostrar mis emociones que me hacen débil. Pero eso no me impidió abrazarla. Amalia era como nuestra hermana, nos conocíamos de muy chicas y lo que nos unía era muy fuerte.
-Y hoy me llamo y me dijo de hacerles esta fiesta sorpresa. Me las arregle y vine. No podía dejarlas colgadas nuevamente.
-La verdad, que nos alegra tenerte mucho acá- sonreí.
La fiesta siguió su curso. Había pizza, empanadas, snack y otras cosas que los chicos compraron. Durante la noche, nos pidieron que nuestra banda tocara. Con mucho gusto, y con un poco de vergüenza de mi parte, armamos el escenario y practicamos algunos temas por arriba. Hace poco que empezábamos, y lo que hacíamos eran covers de Paramore, Tokio Hotel, Green Day, Red Hot Chili Pepers, Avril Lavigne y algunos más. Esa noche tocamos, y cantamos, That´s What You Get, Holiday, Moonsoon, Crush!Crush!Crush!, Runaway y otros mas. El ultimo tema, lo elegí yo.
-El siguiente tema –anuncie por micrófono –es un tema de Avril Lavigne llamado “Keep Holding On”, “Sigue aguantando” –traduci- y quiero dedicárselo a todos ustedes. Quiero que sepan que mi hermana y yo estamos muy agradecidas por todo su cariño y afecto que nos muestran todos los días. Y queríamos decirles que, aunque estemos lejos, ustedes siempre van a estar en nuestros corazones. Y este tema dice que pase lo que pase, siempre aguanta, mantente fuerte, porque de cualquier modo yo voy a estar allí contigo. Espero que les guste.
Lo tocamos muy emocionados, mi hermana y yo especialmente, y finalizamos la fiesta temprano, ya que al otro día el taxi iba a estar esperando temprano. Nos dolía en el alma que Amalia se vaya, pero ella también se tenía que ir mañana de nuevo a Paris, ya que empezaba el segundo semestre. A la noche, cuando nos estábamos por acostar, empezamos a hablar con mi hermana.
-La pasamos bien, ¿no? –me preguntó mientras se acostaba.
-Si –le respondí yo mientras me ponía una remera negra para dormir –fue todo muy emotivo, especialmente que haya venido Amy –recordé.
-Es cierto –dijo ella sonriendo –y con respecto a mañana…¿Cómo te sentís?
-Bastante nerviosa –confesé -¿tú?
-Yo también –suspiró –pero no hay que temerle a nada. Si total, son humanos igual que nosotros.
Dicho eso, apague la luz del cuarto y nos dormimos.
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Buenisimo
Quiero más!!!!!!..... Que curiosidad que me da todo.... Muero por saber quien interrumpe golpeando a la puerta.
Quiero más!!!!!!..... Que curiosidad que me da todo.... Muero por saber quien interrumpe golpeando a la puerta.
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
disculpen chicos, tengo problemas y por ahora no puedo subir la continuacion. Mil disculpas. Los ama, Alice
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Buenassss...gracias por esperarme. en fin, como lo prometido es deuda...aqui les dejo.
8. Sorpresa
Abrí la puerta. Un joven de pelo corto, moreno, alto, de frac. y muy lindo me esperaba en la puerta con una sonrisa brillante.
-Seth –solté y sonreí.
-Jaz –me dijo y me extendió la mano -¿me permites escoltarte en esta fiesta?
Casi tartamudee, pero pude contenerme.
-Si –dije sin creerlo y tome su mano.
Caminamos por el pasillos y vimos que mi hermana nos esperaba en la puerta del cuarto junto con Embry, otro de los chicos lobos, igualmente vestido que Seth. Mi hermana lucia un hermoso vestido parecido al de Alice pero en un gris oscuro. Su maquillaje y peinado eran perfectos. Por un momento, vi a mi madre. Ahogue un sollozo. Su sonrisa no me permitía arruinarle la noche con recuerdos.
-¿Vamos? –sugirió Embry.
-Vamos –dijo Seth y los seguimos.
Mientras llegábamos a la escaleras note que todos, incluido Edward que estaba con su hermoso frac negro como la noche, nos miraban sonrientes. Bajamos con cierto encanto las escaleras y nos reunimos con nuestros familiares.
-Tomen cada uno una copa de champagne–dijo la voz hermosa de Carlisle. Cada uno tomo y las alzaron en nuestra dirección –por Jaz y Nan. Por cambiarnos nuestra vida de esta forma tan especial. Muchísimas gracias –nos sonrió. A mi salieron lagrimas y no sabia porque. Todos alzaron sus copas y dijeron -¡Por Nancy y Jazmín Cullen!
Fue hermoso. Luego de ese momento, Alice puso música de salón para que bailáramos. Ahí trastabille.
-¿Ocurre algo? –susurró Seth.
-Emm…un pequeño problema –solté –no se bailar.
El sonrió y me miro a mis ojos.
-No te preocupes –me dijo –yo voy a guiarte.
Me tomo de la cintura y de una de mis manos. Yo con mi mano libre tome su hombro izquierdo y con la otra sostenía su manaza.
-Sígueme –me dijo y empezamos a bailar. Note que Alice, Rosalie, Bella, Nessie y Esme bailaban con tanta gracia que parecían bailarines del Bolshoi. Mire a mi hermana. Estaba muy feliz. Su sonrisa, esa sonrisa que era de mi madre, estaba en su rostro iluminándola. No sabía si Rosalie había hablado con ella, pero no me importo. Si ella estaba feliz, yo también. Bailamos un largo tiempo. Mire a Seth.
El me sonreía. también parecía muy feliz.
-Así que un mes ya.
-Si –le dije –no fue tan feo como pensaba.
-¿Ah, no? –me miro extrañado –tenés familiares vampiros y amigos que se convierten en lobos…
-Pero a mi gusta eso –le sonreí –me parece algo maravilloso.
-Sos rara –hizo una mueca con su boca.
-Eso creo –le conteste y reímos.
Toda la noche bailamos hasta que nos cansamos, aunque Alice y Jasper junto con Esme y Carlisle seguían bailando. Yo me senté en una de las sillas que estaban a los costados junto con Seth que en ningún momento se alejo de mi lado. Mire a mi hermana que se acurrucaba en uno de los brazos de Embry.
-Me parece que a mi hermana le gusta Embry –susurre.
-Y al él también –rió –se imprimó con tu hermana.
-¿Cómo? –me exalte y lo mire extrañada- ¿imprimó? ¿Qué es eso?
-Es una larga historia –empezó.
–Contame –lo mire a los ojos y me acomode en la silla – ¿Cómo es ser un lobo?
El rió. Me miro y empezó.
-Lo de ser hombre lobo es duro. Fue mucho más duro para Sam, uno de los Alfa de las manadas, que para los demás, ya que al ser el primero, estaba solo, y no había nadie que le explicara lo que sucedía. Su abuelo murió antes de que él naciera y su padre siempre estaba ausente, por lo que no había persona alguna capaz de reconocer los síntomas. La primera vez que se transformó llegó a pensar que había enloquecido. Pasaron dos semanas antes de que se calmara lo suficiente para volver a su estado anterior.
>>No puedes acordarte de esto porque acaeció antes de que vinieras a Forks. La madre de Sam y mi madre movilizaron a los guardabosques y a la policía para la búsqueda. Se pensaba que había sufrido un accidente o algo por el estilo. Leah y Sam fueron novios en el colegio. Empezaron a salir cuando él era un novato. Leah se puso como una loca cuando él desapareció. Entonces, Ateara acudió enseguida a los ancianos, pues eran los únicos que aún recordaban, los que sabían. De hecho, el señor Ateara, Billy y Harry habían visto transformarse a sus abuelos. Cuando el Viejo Quil habló con ellos, los ancianos se reunieron en secreto con Sam y se lo explicaron todo.
>>Resultó más fácil cuando lo comprendió y al fin dejó de estar solo. Ellos eran conscientes de que, aunque ningún otro joven era lo bastante mayor, él no iba a ser el único en verse afectado por el regreso de los Cullen. De ese modo, Sam esperó hasta que los demás nos uniéramos a él...
>>Una vez que Sam estuvo al tanto de lo que ocurría, todo recuperó casi la normalidad y su vida volvió a ser la de siempre, bueno, quizá no llevó una existencia normal, pero sí mejor —la expresión de Seth se tensó como si tuviera que abordar la narración de algún momento doloroso—. Sam no podía decírselo a Leah. Se supone que no debemos revelárselo a nadie inadecuado y él se ponía en peligro al permanecer cerca de su amada. Por eso la engañaba. Leah se enfadaba cuando él no le contaba dónde había estado ni adonde iba de noche ni por qué estaba tan fatigado, pero a su manera se entendieron, lo intentaron. Se amaban de verdad.
-¿Ella lo descubrió? ¿Fue eso lo que ocurrió? –dije sorprendida.
Él negó con la cabeza.
-No, ése no fue el problema. Un fin de semana, Emily Young vino de la reserva de los makah para visitar a su prima Leah.
-¿Emily es prima de Leah? -pregunté con voz entrecortada. Yo sabia que Sam Uley, su líder, estaba comprometido con Emily.
-Son primas segundas, aunque cercanas. De pequeñas, parecían hermanas.
-Es... espantoso... ¿Cómo pudo Sam...?
-No le juzgues aún. Es ahí..cuando aparece lo de la imprimación. Es una de esas cosas singulares con las que nos las tenemos que ver, aunque no le suceden a todo el mundo. De hecho, es la excepción, no la regla. Por aquel entonces, Sam ya había oído todas las historias que solíamos tomar como leyendas y sabía en qué consistía, pero ni en sueños...
-¿Qué es? –pregunte ansiosa.
La mirada de Seth se ensimismó en el baile de los Cullen.
-Sam amaba a Leah, pero no le importó nada en cuanto vio a Emily. A veces, sin que sepamos exactamente la razón, encontramos de ese modo a nuestras parejas -sus ojos volvieron a mirarme de forma fugaz mientras se ponía colorado -Me refiero a nuestras almas gemelas.
-¿De qué modo? ¿Amor a primera vista? -me burlé.
Él no sonreía y en sus ojos oscuros leí una crítica a mi reacción.
-Es un poquito más fuerte que eso. Más... contundente.
-Perdón –murmuré- Lo dices en serio, ¿verdad?
-Así es.
-¿Amor a primera vista pero con mayor fuerza? —había aún una nota de incredulidad en mi voz, y él podía percibirla.
-No es fácil de explicar. De todos modos, tampoco importa -se encogió de hombros- Querías saber qué sucedió para que Sam odiara a los vampiros porque su presencia le transformó e hizo que se detestara a sí mismo. Pues eso fue lo que le sucedió, que le rompió el corazón a Leah. Quebrantó todas las promesas que le había hecho. Sam ha de ver la acusación en los ojos de Leah todos los días con la certeza de que ella tiene razón.
Enmudeció de forma abrupta, como si hubiera hablado más de la cuenta.
-¿Cómo maneja Emily esa situación estando como estaba tan cercana a Leah...?
-Se enfadó mucho en un primer momento, pero es difícil resistirse a ese nivel de compromiso y adoración —Seth suspiró—. Entonces, Sam pudo contárselo todo. Ninguna regla te ata cuando encuentras a tu media naranja. Bueno, por extraño que pueda parecer, fue la solución a todos los problemas. Sam estaba tan horrorizado y sentía tanto desprecio hacia sí mismo, tanto odio por lo que había hecho, que se habría lanzado bajo las ruedas de un autobús si eso le hubiera hecho sentir mejor. Y lo podía haber hecho sólo para escapar de sus actos. Estaba desolado... Entonces, sin saber muy bien cómo, ella le reconfortó a él, y después de eso...
-¿Qué había pasado con Sam?
Seth suspiro.
-Una vez, estando frente a Emily, se enojo bastante y…entro en fase delante de ella. Le lastimo la mitad del rostro. Tiene tres grandes cicatrices que recorren su lado derecho.
-Pobre Emily -dije en cuchicheos- Pobre Sam. Pobre Leah…
-Sí, Leah fue la peor parada -coincidió él- Le echa valor. Va a ser la dama de honor.
Un silencio abordo el lugar. Era terrible, pero también lógico para mí. Entendía que Jacob este tan unido con Renesmee. Estaba imprimado. Pero parecía tan…irreal.
-Entonces…Embry, ¿esta imprimado con Nancy? ¿Ella lo sabe?
-No, todavía –miro para el lugar donde estaban –pero creo que debe darse cuenta.
Mire a mi hermana. Ella hablaba con el, reía y se sentía feliz con el. El también, pero en sus ojos parecía que ella lo era todo, que nada importaba alrededor. Mire a Emmett instantáneamente. Su mirada era como furiosa y dolida. Estaba en un costado del salón obviamente acompañado por Rosalie. Se notaba que quería correr y cazar al lobo que tenia en sus manos a su…ni siquiera podía decirlo.
Suspire. Seth pasó su brazo por mis hombros y me acurruque en su pecho. Su temperatura era elevada, pero no me incomodaba. Me hacia sentir mejor. Seth me hacia sentir bien, no sabia porque. Era algo que había en el. Su presencia me hacia estar tranquila y por un momento dejaba de preocuparme por mis cosas y dejaba que mi mente vagara en la nada. Parecía que…necesitaba a Seth cerca de mí. Hace varios días lo note. Es como una necesidad incalculable. Y un poco egoísta, pero no me imaginaba a mi sin él. El era Mi Seth. No quería que se separe de mí. Se lo quise decir, pero sus temblores me interrumpieron.
-¿Seth?
Lo mire. Su rostro reflejaba dureza y frialdad. Me asuste. ¿Qué había ocurrido? Mire para donde su mirada se dirigía. A Edward. ¿Se enojaría con el? Nunca se habían peleado y tenía la certeza que se llevaban bien. Note que Edward no miraba al lobo, sino que miraba a Alice. Ella estaba parada al lado de la escalera, tomada de los hombros por Jasper y su mirada estaba como vacía. Una visión. Jasper llevó a Alice hasta la cocina. Los seguí junto con Edward y Seth.
-¿Alice? ¿Qué ocurre?
No contestaba. Sus ojos estaban oscuros sin vida. Supuse que estaba viendo algo malo. La sentaron en la mesa. Ella, en un momento, miro a Edward.
-¿Cuándo? –gruño Edward.
Quería saber a que cosa era la pregunta. Edward estaba tenso y sus puños cerrados. Embry y Nan se hicieron presentes junto con los demás Cullen. En el ambiente se notaba que algo malo pasaba.
-Alice, por favor, dinos que esta pasando –pidió Carlisle.
-Los Vulturis…han tomado la decisión de venir…
-¿Cómo? –solté yo.
-Quieren ver la evolución de Renesmee –dijo y miro a la joven.
-¡Maldición! –soltó la voz de la joven que estaba con su madre y con Jake.
-¿Cuándo? –gruño Edward nuevamente.
-Eso no puedo verlo –murmuro Alice- unas semanas, tal vez un mes. Pero la decisión esta tomada.
-Lo de Nessie me suena a excusa –soltó Jacob.
-No seas tan desconfiado, Jacob –lo calmo Carlisle –tal vez quieran ver que al final Nessie no es una amenaza.
-Tal vez el perro tenga razón –soltó Rosalie –tal vez sea una trampa.
-¿Con que motivo? –pregunto Esme.
-Las chicas –soltó Jasper –tal vez se enteraron de que ellas están acá y tal vez pase lo mismo que con Bella.
-¿Pero quien les dijo? No hay nadie que las haya visto. Los nómadas hace tiempo que no andan por acá –soltó Esme –tal vez sea lo de Renesmee.
-No podemos correr el riesgo –refunfuño Seth –hay que hacer algo.
-Paren un momento –salto mi hermana –Estos Vulturis nos van a ver…¿y?
-Ellos no permiten que los mortales sepan que somos...esto –la voz de Emmett era oscura –si se enteran van a querer matarlas. Es la ley.
-¿Matarnos? –solté -¿no hay otra salida?
-Si, pero no podemos hacerlo –soltó Edward todavía tenso.
-¿Por qué? Es la única manera de que evitemos esto, si realmente es una trampa.
-La única salida que hay es transformarlas –dijo Alice seriamente –yo estoy de acuerdo –suspiro como si lo necesitaba –ya las he visto como nosotros…pero la decisión final la tiene Carlisle.
-Carlisle –me dirigí hacia él -¿Qué opinas?
El enmudeció. Miro a sus hijos, a los lobos, pero solamente se detuvo en la mirada acusadora de Edward y Rosalie. No sabia que hacer. Estaba muy confundido. Y no era el único.
Sabia que lo que estaba haciendo era una locura, pero era la única forma de mantenernos a salvo era eso. Convertirnos en vampiros. Estaba totalmente convencida de que era verdad y que corría gran riesgo al convertirme, pero no quería que nadie se metiera con mi familia por mi culpa. Era un gran paso. Dejar todo lo que teníamos a causa de salvar a la única familia que tengo. Creo que me detuve a pensar seriamente. Todo esto tenía que discutirlo a solas con mi hermana. Yo no decidía por las dos, ella también tendría su opinión.
-Si quieres, pensalo –solté –nosotras dos tendríamos que hablarlo –mire a mi hermana –que lo llevemos bien al tema no significa que estemos preparadas, aunque sabemos que pasa apenas nos transformamos –dije al recordar la historia de los neófitos.
Apenas nos muerden, si es que sobrevivimos, nuestro cuerpo empieza a cambiar. Y sigue cambiando durante los tres días siguientes. Luego despertamos en nuestra vida nueva, pero sucede algo. Nuestra sed por sangre humana va a ser imparable y tendríamos que estar aisladas por bastante tiempo. Nuestros ojos no van a ser de color ocre o liquido dorado como los de ellos; va n a ser de color carmesí, un rojo profundo, que eso determina que es por la sed de la sangre humana. Carlisle odiaría que matáramos a alguien, por eso su familia es “vegetariana”, pero nos ayudaría a sobrevivir. Así íbamos a ser por cerca de un año. Neófitas por sed de sangre humana. Me estremecí.
-Es lo mejor –respondió Carlisle aliviado –un tiempo para que lo piensen ustedes y que yo lo discuta con mi familia.
-Esta bien –soltó mi hermana.
-Estoy de acuerdo –dije yo.
Quedó un silencio absoluto. Solo Emmett se atrevió a hablar.
-Muy bien. Creo que es hora de dormir para los humanos y lobos –rió con pocas ganas.
Mire la hora. Las diez. Si que era hora de dormir. Me despedí de mi familia y Seth me acompaño hasta mi cuarto.
-Creo que el tema de la transformación es mejor que lo pienses –dijo preocupado –es complicado.
-Lo se –respondí –pero es la única forma de mantener a mi familia y a mi hermana con vida.
-Yo he visto como se transforman –murmuró –estuve cuando Bella se transformo.
-¿En serio? –pregunte.
-Si –movió la cabeza –pero lo de ella fue diferente. Ella lo soporto. Me contó que sentía un fuego que quemaba todo su cuerpo. La recorría por todos los rincones de su corazón.
-Wow.
-Esa semana fue bastante caótica -sus ojos estaban perdidos como recordando –ella casi mas muere cuando la tuvo a Nessie. Y cuando casi muere, Edward le puso una inyección con su ponzoña para que pueda sobrevivir…
No seguí escuchando. Los labios de Seth siguieron moviéndose, pero esas tres palabras cerraron mi mente. Esa pudo ser la salvación de evitar el olor a sangre. La inyección con ponzoña. Eso evitaría los problemas. Además seria más fácil. No quitaría lo doloroso, pero si lo mas terrorífico. Que uno de ellos intente matarnos.
Seth se callo y me miro. Yo lo mire con una sonrisa.
-No –estaba furioso –ni lo sueñes.
-¿Por qué? –le dije inocentemente.
-¡NO! –grito –¡Tal vez no sobrevivas!
-Pero…
-Jaz –me tomo de los hombros y me sostuvo la mirada –no puedo permitirlo.
-¿Por qué?
Se puso colorado y empezó a caminar de un lado para otro. Ahí entendí todo. Mis sentimientos hacia él, su suma protección, sus celos. Todo encajaba. Todo iba a la dirección de que él…él estaba enamorado de mí. Y no se si imprimado.
-Seth… -lo llame. El me miro con ojos de suplica y perdón -¿estas…enamorado de mi?
Sus ojos llenos de tristeza me lo confirmaron. No podía creerlo. El se acerco y me abrazo. Me hundí en su pecho como tantas otras veces lo hice. Pero no estaba enojada, sino aliviada. El me hacia sentir bien como nadie lo hizo nunca. No quería que se alejara, pero tenía que pensar también en mi familia. En la única familia que tenía.
-Necesito que lo pienses –me decía mientras me acunaba en sus brazos enormes –no quiero hacerte daño…apartándote de tu familia.
-No lo harás –conteste –solo que es…necesario.
Bajo su cabeza y me miro a los ojos. Estaba a centímetros de mi rostro. Tomo mi barbilla con una de sus manos y la otra descansaba en mi cintura. Su calor radiaba más aun. Sus ojos traspasaban los míos. El me quería, no quería que nada me haga daño, pero entendía que era necesario. Su mirada me hipnotizaba, me atrapaba como a una de sus débiles presas. Solo tenia ojos para mirarlo…de repente su mirada se lleno de esperanza. Abrió los ojos grandes y en su mente pasaba algo que no podía saber.
-¿Seth?
-Tengo una idea –dijo –un poco descabellada, pero puede funcionar.
-¿Qué cosa?
-Vas a tener que esperar –me dijo –tengo que hablar con Jacob, Sam y los viejos Quileutes.
Yo no entendía nada.
-Voy a hacer lo mejor para protegerte a ti y a tu familia. Lo prometo –me susurró. Me quede tranquila. Confiaba en Seth –tengo que irme –dijo –me estarán buscando seguro. Además con Jake tenemos que informarle a Sam lo ocurrido.
-Esta bien –le dije –ve.
-Hasta mañana –dijo y me beso fugazmente –descansa.
Me sonrió y se fue corriendo hacia el piso de abajo. Me quede dura. Seth me había besado. Sus labios se habían posado en los míos por un instante. Perpleja, abrí como pude la puerta de mi cuarto.
Mi hermana todavía no había subido. Me asee, me cambie mi ropa por una mas decente para dormir y me acosté.
El beso de Seth me descolocó por completo, pero en ese momento no podía pensar en el. Tenia que pensar en la vida de mi hermana y en la mía. Decidir si era lo mejor para nosotras. Eso iba a cambiar todo. Era decirle un adiós definitivo a mi vida en Argentina, cambiar toda mi manera de ver…era un paso grande. Mientras pensaba, mi hermana entro al cuarto. Sin decir nada, se fue directo al baño.
-Nancy, ¿estas bien?
-Si –soltó desde dentro del cuarto. Su voz sonó nerviosa.
-¿Seguro?
-Si, Jaz, quedate tranquila.
Embry la habría besado. Estaba totalmente segura. Espere a que saliera del baño. Cuando salio, la mire. Estaba roja como un tomate, pero no decidí hablar de ese tema. Quise hablar directamente de nuestra conversión.
-Nan, tenemos que hablar seriamente.
-Te escucho.
-Bien –dije mientras me sentaba en mi cama y la miraba –tú sabes bien a lo que nos estamos exponiendo. Parece un cuento de fantasía, pero sabemos que es verdad. Tenemos evidencia. Y contundente. Pero no todo es perfecto, tenemos a los enemigos típicos que quieren atacarnos y la única forma de poder zafar es convertirnos. Yo estoy totalmente de acuerdo. No tengo problema. ¿Y tú?
Ella suspiro y su mente empezó a trabajar. Pensó muy rápidamente, pero su respuesta me asombro.
-No estoy segura –soltó –me cuesta un poco despegarme de mi vida ya hecha.
-A mi también, pero ahora tenemos que hacerlo…por nuestra nueva familia.
Calló y miro el cuarto y por ultimo el ventanal. La oscuridad del bosque acompañado por el arrullo del viento entre los pinos y la luz tenue de la luna que los vestía con un tenue color blanco acompañaba a la situación. En ese momento leí varias cosas en el rostro de mi hermana. Confusión, nostalgia, pero sobre todo, esperanza. Eso me ayudo bastante. No era la única que pensaba positivamente en la transformación.
-¿Y el tratado de los lobos? –dijo finalmente. Me había olvidado de eso.
-Creo que Carlisle puede arreglarlo –suspire.
Media confundida, mi hermana soltó un “buenas noches” que apenas pude oír, se dio vuelta dándome la espalda y se durmió.
Yo trate de imitarla, pero no pude.
Unas semanas después, un miércoles, no tuvimos clases pero tenia una salida con Taylor. Así que Alice no desprecio la oportunidad y se podría decir que casi me raptó para llevarme hacia su Porsche a empujones junto con Renesmee.
-¡Alice, esto es ridículo! –le gritaba mientras trataba de zafarme de su mano envuelta en la mía.
-Jaz, no voy a permitir que una Cullen vaya como cualquiera teniéndome a mí como familiar.
-Nessie… -rogué con la mirada mientras Nessie estaba detrás nuestro llevando el bolso de Alice.
-Lo siento –mostró su reloj nuevo –me pagó…
-Eso es trampa… ¡esta bien, esta bien! –solté mi mano de la de ella y me subí al auto –voy por mis propios medios.
-¡Yupi! –chillo Alice. Yo puse mis ojos en blanco.
El viaje no duro más de veinte minutos. Estábamos en la gran ciudad, Seattle. Alice tomo mi mano, ahora con mi consentimiento, y se podría decir que me llevaba por los aires como un barrilete. No entendía cual era su desesperación por las compras, pero si la hacia feliz…y con tal que no me traten como una muñeca…estaba todo bien.
Recorrimos todas las galerías habidas y por haber, terminamos finalmente de comprar y llegamos al estacionamiento llenas de bolsas y paquetes por todos lados. Trataba de seguirlas lo más rápido posible.
-Alice…
-¿Qué sucede? –respondió mientras abría el baúl del auto y metía las bolsas acomodándolas en cierto estilo. Renesmee subió al auto.
-Te agradezco por todo esto, en serio –sonreí –aunque no fuera necesario…
-¡¿Cómo que no va a ser necesario?! –rió –hoy tienes una cita con un humano…¡¡¡Esto es tan emocionante!!!
-Ni pienses que voy a ponerme ese vestido de seda…
-¡Jaz!
-¡Alice! –intente que razonara -¡Voy a un cine y luego a comer hamburguesas a un Mc Donalds, no a la gala de el príncipe de Holanda!
-Bueno… -intento de razonar –igual tenés el jean negro que te eligió Nessie…
-Ella es un poco más realista…
-No lo creas –dijo cuando puso su ultima bolsa y cerro el baúl. Me miro y me mostró sus dientes relucientes en una sonrisa angelical –tienes que ver lo que ella te compro…en la sección de rompa interior de Tiffanys…
Se dirigió al asiento del conductor mientras mi mirada confusa y de interrogante la siguió mientras yo me subía por el lado del copiloto. Esto no era justo. Para nada.
8. Sorpresa
Abrí la puerta. Un joven de pelo corto, moreno, alto, de frac. y muy lindo me esperaba en la puerta con una sonrisa brillante.
-Seth –solté y sonreí.
-Jaz –me dijo y me extendió la mano -¿me permites escoltarte en esta fiesta?
Casi tartamudee, pero pude contenerme.
-Si –dije sin creerlo y tome su mano.
Caminamos por el pasillos y vimos que mi hermana nos esperaba en la puerta del cuarto junto con Embry, otro de los chicos lobos, igualmente vestido que Seth. Mi hermana lucia un hermoso vestido parecido al de Alice pero en un gris oscuro. Su maquillaje y peinado eran perfectos. Por un momento, vi a mi madre. Ahogue un sollozo. Su sonrisa no me permitía arruinarle la noche con recuerdos.
-¿Vamos? –sugirió Embry.
-Vamos –dijo Seth y los seguimos.
Mientras llegábamos a la escaleras note que todos, incluido Edward que estaba con su hermoso frac negro como la noche, nos miraban sonrientes. Bajamos con cierto encanto las escaleras y nos reunimos con nuestros familiares.
-Tomen cada uno una copa de champagne–dijo la voz hermosa de Carlisle. Cada uno tomo y las alzaron en nuestra dirección –por Jaz y Nan. Por cambiarnos nuestra vida de esta forma tan especial. Muchísimas gracias –nos sonrió. A mi salieron lagrimas y no sabia porque. Todos alzaron sus copas y dijeron -¡Por Nancy y Jazmín Cullen!
Fue hermoso. Luego de ese momento, Alice puso música de salón para que bailáramos. Ahí trastabille.
-¿Ocurre algo? –susurró Seth.
-Emm…un pequeño problema –solté –no se bailar.
El sonrió y me miro a mis ojos.
-No te preocupes –me dijo –yo voy a guiarte.
Me tomo de la cintura y de una de mis manos. Yo con mi mano libre tome su hombro izquierdo y con la otra sostenía su manaza.
-Sígueme –me dijo y empezamos a bailar. Note que Alice, Rosalie, Bella, Nessie y Esme bailaban con tanta gracia que parecían bailarines del Bolshoi. Mire a mi hermana. Estaba muy feliz. Su sonrisa, esa sonrisa que era de mi madre, estaba en su rostro iluminándola. No sabía si Rosalie había hablado con ella, pero no me importo. Si ella estaba feliz, yo también. Bailamos un largo tiempo. Mire a Seth.
El me sonreía. también parecía muy feliz.
-Así que un mes ya.
-Si –le dije –no fue tan feo como pensaba.
-¿Ah, no? –me miro extrañado –tenés familiares vampiros y amigos que se convierten en lobos…
-Pero a mi gusta eso –le sonreí –me parece algo maravilloso.
-Sos rara –hizo una mueca con su boca.
-Eso creo –le conteste y reímos.
Toda la noche bailamos hasta que nos cansamos, aunque Alice y Jasper junto con Esme y Carlisle seguían bailando. Yo me senté en una de las sillas que estaban a los costados junto con Seth que en ningún momento se alejo de mi lado. Mire a mi hermana que se acurrucaba en uno de los brazos de Embry.
-Me parece que a mi hermana le gusta Embry –susurre.
-Y al él también –rió –se imprimó con tu hermana.
-¿Cómo? –me exalte y lo mire extrañada- ¿imprimó? ¿Qué es eso?
-Es una larga historia –empezó.
–Contame –lo mire a los ojos y me acomode en la silla – ¿Cómo es ser un lobo?
El rió. Me miro y empezó.
-Lo de ser hombre lobo es duro. Fue mucho más duro para Sam, uno de los Alfa de las manadas, que para los demás, ya que al ser el primero, estaba solo, y no había nadie que le explicara lo que sucedía. Su abuelo murió antes de que él naciera y su padre siempre estaba ausente, por lo que no había persona alguna capaz de reconocer los síntomas. La primera vez que se transformó llegó a pensar que había enloquecido. Pasaron dos semanas antes de que se calmara lo suficiente para volver a su estado anterior.
>>No puedes acordarte de esto porque acaeció antes de que vinieras a Forks. La madre de Sam y mi madre movilizaron a los guardabosques y a la policía para la búsqueda. Se pensaba que había sufrido un accidente o algo por el estilo. Leah y Sam fueron novios en el colegio. Empezaron a salir cuando él era un novato. Leah se puso como una loca cuando él desapareció. Entonces, Ateara acudió enseguida a los ancianos, pues eran los únicos que aún recordaban, los que sabían. De hecho, el señor Ateara, Billy y Harry habían visto transformarse a sus abuelos. Cuando el Viejo Quil habló con ellos, los ancianos se reunieron en secreto con Sam y se lo explicaron todo.
>>Resultó más fácil cuando lo comprendió y al fin dejó de estar solo. Ellos eran conscientes de que, aunque ningún otro joven era lo bastante mayor, él no iba a ser el único en verse afectado por el regreso de los Cullen. De ese modo, Sam esperó hasta que los demás nos uniéramos a él...
>>Una vez que Sam estuvo al tanto de lo que ocurría, todo recuperó casi la normalidad y su vida volvió a ser la de siempre, bueno, quizá no llevó una existencia normal, pero sí mejor —la expresión de Seth se tensó como si tuviera que abordar la narración de algún momento doloroso—. Sam no podía decírselo a Leah. Se supone que no debemos revelárselo a nadie inadecuado y él se ponía en peligro al permanecer cerca de su amada. Por eso la engañaba. Leah se enfadaba cuando él no le contaba dónde había estado ni adonde iba de noche ni por qué estaba tan fatigado, pero a su manera se entendieron, lo intentaron. Se amaban de verdad.
-¿Ella lo descubrió? ¿Fue eso lo que ocurrió? –dije sorprendida.
Él negó con la cabeza.
-No, ése no fue el problema. Un fin de semana, Emily Young vino de la reserva de los makah para visitar a su prima Leah.
-¿Emily es prima de Leah? -pregunté con voz entrecortada. Yo sabia que Sam Uley, su líder, estaba comprometido con Emily.
-Son primas segundas, aunque cercanas. De pequeñas, parecían hermanas.
-Es... espantoso... ¿Cómo pudo Sam...?
-No le juzgues aún. Es ahí..cuando aparece lo de la imprimación. Es una de esas cosas singulares con las que nos las tenemos que ver, aunque no le suceden a todo el mundo. De hecho, es la excepción, no la regla. Por aquel entonces, Sam ya había oído todas las historias que solíamos tomar como leyendas y sabía en qué consistía, pero ni en sueños...
-¿Qué es? –pregunte ansiosa.
La mirada de Seth se ensimismó en el baile de los Cullen.
-Sam amaba a Leah, pero no le importó nada en cuanto vio a Emily. A veces, sin que sepamos exactamente la razón, encontramos de ese modo a nuestras parejas -sus ojos volvieron a mirarme de forma fugaz mientras se ponía colorado -Me refiero a nuestras almas gemelas.
-¿De qué modo? ¿Amor a primera vista? -me burlé.
Él no sonreía y en sus ojos oscuros leí una crítica a mi reacción.
-Es un poquito más fuerte que eso. Más... contundente.
-Perdón –murmuré- Lo dices en serio, ¿verdad?
-Así es.
-¿Amor a primera vista pero con mayor fuerza? —había aún una nota de incredulidad en mi voz, y él podía percibirla.
-No es fácil de explicar. De todos modos, tampoco importa -se encogió de hombros- Querías saber qué sucedió para que Sam odiara a los vampiros porque su presencia le transformó e hizo que se detestara a sí mismo. Pues eso fue lo que le sucedió, que le rompió el corazón a Leah. Quebrantó todas las promesas que le había hecho. Sam ha de ver la acusación en los ojos de Leah todos los días con la certeza de que ella tiene razón.
Enmudeció de forma abrupta, como si hubiera hablado más de la cuenta.
-¿Cómo maneja Emily esa situación estando como estaba tan cercana a Leah...?
-Se enfadó mucho en un primer momento, pero es difícil resistirse a ese nivel de compromiso y adoración —Seth suspiró—. Entonces, Sam pudo contárselo todo. Ninguna regla te ata cuando encuentras a tu media naranja. Bueno, por extraño que pueda parecer, fue la solución a todos los problemas. Sam estaba tan horrorizado y sentía tanto desprecio hacia sí mismo, tanto odio por lo que había hecho, que se habría lanzado bajo las ruedas de un autobús si eso le hubiera hecho sentir mejor. Y lo podía haber hecho sólo para escapar de sus actos. Estaba desolado... Entonces, sin saber muy bien cómo, ella le reconfortó a él, y después de eso...
-¿Qué había pasado con Sam?
Seth suspiro.
-Una vez, estando frente a Emily, se enojo bastante y…entro en fase delante de ella. Le lastimo la mitad del rostro. Tiene tres grandes cicatrices que recorren su lado derecho.
-Pobre Emily -dije en cuchicheos- Pobre Sam. Pobre Leah…
-Sí, Leah fue la peor parada -coincidió él- Le echa valor. Va a ser la dama de honor.
Un silencio abordo el lugar. Era terrible, pero también lógico para mí. Entendía que Jacob este tan unido con Renesmee. Estaba imprimado. Pero parecía tan…irreal.
-Entonces…Embry, ¿esta imprimado con Nancy? ¿Ella lo sabe?
-No, todavía –miro para el lugar donde estaban –pero creo que debe darse cuenta.
Mire a mi hermana. Ella hablaba con el, reía y se sentía feliz con el. El también, pero en sus ojos parecía que ella lo era todo, que nada importaba alrededor. Mire a Emmett instantáneamente. Su mirada era como furiosa y dolida. Estaba en un costado del salón obviamente acompañado por Rosalie. Se notaba que quería correr y cazar al lobo que tenia en sus manos a su…ni siquiera podía decirlo.
Suspire. Seth pasó su brazo por mis hombros y me acurruque en su pecho. Su temperatura era elevada, pero no me incomodaba. Me hacia sentir mejor. Seth me hacia sentir bien, no sabia porque. Era algo que había en el. Su presencia me hacia estar tranquila y por un momento dejaba de preocuparme por mis cosas y dejaba que mi mente vagara en la nada. Parecía que…necesitaba a Seth cerca de mí. Hace varios días lo note. Es como una necesidad incalculable. Y un poco egoísta, pero no me imaginaba a mi sin él. El era Mi Seth. No quería que se separe de mí. Se lo quise decir, pero sus temblores me interrumpieron.
-¿Seth?
Lo mire. Su rostro reflejaba dureza y frialdad. Me asuste. ¿Qué había ocurrido? Mire para donde su mirada se dirigía. A Edward. ¿Se enojaría con el? Nunca se habían peleado y tenía la certeza que se llevaban bien. Note que Edward no miraba al lobo, sino que miraba a Alice. Ella estaba parada al lado de la escalera, tomada de los hombros por Jasper y su mirada estaba como vacía. Una visión. Jasper llevó a Alice hasta la cocina. Los seguí junto con Edward y Seth.
-¿Alice? ¿Qué ocurre?
No contestaba. Sus ojos estaban oscuros sin vida. Supuse que estaba viendo algo malo. La sentaron en la mesa. Ella, en un momento, miro a Edward.
-¿Cuándo? –gruño Edward.
Quería saber a que cosa era la pregunta. Edward estaba tenso y sus puños cerrados. Embry y Nan se hicieron presentes junto con los demás Cullen. En el ambiente se notaba que algo malo pasaba.
-Alice, por favor, dinos que esta pasando –pidió Carlisle.
-Los Vulturis…han tomado la decisión de venir…
-¿Cómo? –solté yo.
-Quieren ver la evolución de Renesmee –dijo y miro a la joven.
-¡Maldición! –soltó la voz de la joven que estaba con su madre y con Jake.
-¿Cuándo? –gruño Edward nuevamente.
-Eso no puedo verlo –murmuro Alice- unas semanas, tal vez un mes. Pero la decisión esta tomada.
-Lo de Nessie me suena a excusa –soltó Jacob.
-No seas tan desconfiado, Jacob –lo calmo Carlisle –tal vez quieran ver que al final Nessie no es una amenaza.
-Tal vez el perro tenga razón –soltó Rosalie –tal vez sea una trampa.
-¿Con que motivo? –pregunto Esme.
-Las chicas –soltó Jasper –tal vez se enteraron de que ellas están acá y tal vez pase lo mismo que con Bella.
-¿Pero quien les dijo? No hay nadie que las haya visto. Los nómadas hace tiempo que no andan por acá –soltó Esme –tal vez sea lo de Renesmee.
-No podemos correr el riesgo –refunfuño Seth –hay que hacer algo.
-Paren un momento –salto mi hermana –Estos Vulturis nos van a ver…¿y?
-Ellos no permiten que los mortales sepan que somos...esto –la voz de Emmett era oscura –si se enteran van a querer matarlas. Es la ley.
-¿Matarnos? –solté -¿no hay otra salida?
-Si, pero no podemos hacerlo –soltó Edward todavía tenso.
-¿Por qué? Es la única manera de que evitemos esto, si realmente es una trampa.
-La única salida que hay es transformarlas –dijo Alice seriamente –yo estoy de acuerdo –suspiro como si lo necesitaba –ya las he visto como nosotros…pero la decisión final la tiene Carlisle.
-Carlisle –me dirigí hacia él -¿Qué opinas?
El enmudeció. Miro a sus hijos, a los lobos, pero solamente se detuvo en la mirada acusadora de Edward y Rosalie. No sabia que hacer. Estaba muy confundido. Y no era el único.
Sabia que lo que estaba haciendo era una locura, pero era la única forma de mantenernos a salvo era eso. Convertirnos en vampiros. Estaba totalmente convencida de que era verdad y que corría gran riesgo al convertirme, pero no quería que nadie se metiera con mi familia por mi culpa. Era un gran paso. Dejar todo lo que teníamos a causa de salvar a la única familia que tengo. Creo que me detuve a pensar seriamente. Todo esto tenía que discutirlo a solas con mi hermana. Yo no decidía por las dos, ella también tendría su opinión.
-Si quieres, pensalo –solté –nosotras dos tendríamos que hablarlo –mire a mi hermana –que lo llevemos bien al tema no significa que estemos preparadas, aunque sabemos que pasa apenas nos transformamos –dije al recordar la historia de los neófitos.
Apenas nos muerden, si es que sobrevivimos, nuestro cuerpo empieza a cambiar. Y sigue cambiando durante los tres días siguientes. Luego despertamos en nuestra vida nueva, pero sucede algo. Nuestra sed por sangre humana va a ser imparable y tendríamos que estar aisladas por bastante tiempo. Nuestros ojos no van a ser de color ocre o liquido dorado como los de ellos; va n a ser de color carmesí, un rojo profundo, que eso determina que es por la sed de la sangre humana. Carlisle odiaría que matáramos a alguien, por eso su familia es “vegetariana”, pero nos ayudaría a sobrevivir. Así íbamos a ser por cerca de un año. Neófitas por sed de sangre humana. Me estremecí.
-Es lo mejor –respondió Carlisle aliviado –un tiempo para que lo piensen ustedes y que yo lo discuta con mi familia.
-Esta bien –soltó mi hermana.
-Estoy de acuerdo –dije yo.
Quedó un silencio absoluto. Solo Emmett se atrevió a hablar.
-Muy bien. Creo que es hora de dormir para los humanos y lobos –rió con pocas ganas.
Mire la hora. Las diez. Si que era hora de dormir. Me despedí de mi familia y Seth me acompaño hasta mi cuarto.
-Creo que el tema de la transformación es mejor que lo pienses –dijo preocupado –es complicado.
-Lo se –respondí –pero es la única forma de mantener a mi familia y a mi hermana con vida.
-Yo he visto como se transforman –murmuró –estuve cuando Bella se transformo.
-¿En serio? –pregunte.
-Si –movió la cabeza –pero lo de ella fue diferente. Ella lo soporto. Me contó que sentía un fuego que quemaba todo su cuerpo. La recorría por todos los rincones de su corazón.
-Wow.
-Esa semana fue bastante caótica -sus ojos estaban perdidos como recordando –ella casi mas muere cuando la tuvo a Nessie. Y cuando casi muere, Edward le puso una inyección con su ponzoña para que pueda sobrevivir…
No seguí escuchando. Los labios de Seth siguieron moviéndose, pero esas tres palabras cerraron mi mente. Esa pudo ser la salvación de evitar el olor a sangre. La inyección con ponzoña. Eso evitaría los problemas. Además seria más fácil. No quitaría lo doloroso, pero si lo mas terrorífico. Que uno de ellos intente matarnos.
Seth se callo y me miro. Yo lo mire con una sonrisa.
-No –estaba furioso –ni lo sueñes.
-¿Por qué? –le dije inocentemente.
-¡NO! –grito –¡Tal vez no sobrevivas!
-Pero…
-Jaz –me tomo de los hombros y me sostuvo la mirada –no puedo permitirlo.
-¿Por qué?
Se puso colorado y empezó a caminar de un lado para otro. Ahí entendí todo. Mis sentimientos hacia él, su suma protección, sus celos. Todo encajaba. Todo iba a la dirección de que él…él estaba enamorado de mí. Y no se si imprimado.
-Seth… -lo llame. El me miro con ojos de suplica y perdón -¿estas…enamorado de mi?
Sus ojos llenos de tristeza me lo confirmaron. No podía creerlo. El se acerco y me abrazo. Me hundí en su pecho como tantas otras veces lo hice. Pero no estaba enojada, sino aliviada. El me hacia sentir bien como nadie lo hizo nunca. No quería que se alejara, pero tenía que pensar también en mi familia. En la única familia que tenía.
-Necesito que lo pienses –me decía mientras me acunaba en sus brazos enormes –no quiero hacerte daño…apartándote de tu familia.
-No lo harás –conteste –solo que es…necesario.
Bajo su cabeza y me miro a los ojos. Estaba a centímetros de mi rostro. Tomo mi barbilla con una de sus manos y la otra descansaba en mi cintura. Su calor radiaba más aun. Sus ojos traspasaban los míos. El me quería, no quería que nada me haga daño, pero entendía que era necesario. Su mirada me hipnotizaba, me atrapaba como a una de sus débiles presas. Solo tenia ojos para mirarlo…de repente su mirada se lleno de esperanza. Abrió los ojos grandes y en su mente pasaba algo que no podía saber.
-¿Seth?
-Tengo una idea –dijo –un poco descabellada, pero puede funcionar.
-¿Qué cosa?
-Vas a tener que esperar –me dijo –tengo que hablar con Jacob, Sam y los viejos Quileutes.
Yo no entendía nada.
-Voy a hacer lo mejor para protegerte a ti y a tu familia. Lo prometo –me susurró. Me quede tranquila. Confiaba en Seth –tengo que irme –dijo –me estarán buscando seguro. Además con Jake tenemos que informarle a Sam lo ocurrido.
-Esta bien –le dije –ve.
-Hasta mañana –dijo y me beso fugazmente –descansa.
Me sonrió y se fue corriendo hacia el piso de abajo. Me quede dura. Seth me había besado. Sus labios se habían posado en los míos por un instante. Perpleja, abrí como pude la puerta de mi cuarto.
Mi hermana todavía no había subido. Me asee, me cambie mi ropa por una mas decente para dormir y me acosté.
El beso de Seth me descolocó por completo, pero en ese momento no podía pensar en el. Tenia que pensar en la vida de mi hermana y en la mía. Decidir si era lo mejor para nosotras. Eso iba a cambiar todo. Era decirle un adiós definitivo a mi vida en Argentina, cambiar toda mi manera de ver…era un paso grande. Mientras pensaba, mi hermana entro al cuarto. Sin decir nada, se fue directo al baño.
-Nancy, ¿estas bien?
-Si –soltó desde dentro del cuarto. Su voz sonó nerviosa.
-¿Seguro?
-Si, Jaz, quedate tranquila.
Embry la habría besado. Estaba totalmente segura. Espere a que saliera del baño. Cuando salio, la mire. Estaba roja como un tomate, pero no decidí hablar de ese tema. Quise hablar directamente de nuestra conversión.
-Nan, tenemos que hablar seriamente.
-Te escucho.
-Bien –dije mientras me sentaba en mi cama y la miraba –tú sabes bien a lo que nos estamos exponiendo. Parece un cuento de fantasía, pero sabemos que es verdad. Tenemos evidencia. Y contundente. Pero no todo es perfecto, tenemos a los enemigos típicos que quieren atacarnos y la única forma de poder zafar es convertirnos. Yo estoy totalmente de acuerdo. No tengo problema. ¿Y tú?
Ella suspiro y su mente empezó a trabajar. Pensó muy rápidamente, pero su respuesta me asombro.
-No estoy segura –soltó –me cuesta un poco despegarme de mi vida ya hecha.
-A mi también, pero ahora tenemos que hacerlo…por nuestra nueva familia.
Calló y miro el cuarto y por ultimo el ventanal. La oscuridad del bosque acompañado por el arrullo del viento entre los pinos y la luz tenue de la luna que los vestía con un tenue color blanco acompañaba a la situación. En ese momento leí varias cosas en el rostro de mi hermana. Confusión, nostalgia, pero sobre todo, esperanza. Eso me ayudo bastante. No era la única que pensaba positivamente en la transformación.
-¿Y el tratado de los lobos? –dijo finalmente. Me había olvidado de eso.
-Creo que Carlisle puede arreglarlo –suspire.
Media confundida, mi hermana soltó un “buenas noches” que apenas pude oír, se dio vuelta dándome la espalda y se durmió.
Yo trate de imitarla, pero no pude.
Unas semanas después, un miércoles, no tuvimos clases pero tenia una salida con Taylor. Así que Alice no desprecio la oportunidad y se podría decir que casi me raptó para llevarme hacia su Porsche a empujones junto con Renesmee.
-¡Alice, esto es ridículo! –le gritaba mientras trataba de zafarme de su mano envuelta en la mía.
-Jaz, no voy a permitir que una Cullen vaya como cualquiera teniéndome a mí como familiar.
-Nessie… -rogué con la mirada mientras Nessie estaba detrás nuestro llevando el bolso de Alice.
-Lo siento –mostró su reloj nuevo –me pagó…
-Eso es trampa… ¡esta bien, esta bien! –solté mi mano de la de ella y me subí al auto –voy por mis propios medios.
-¡Yupi! –chillo Alice. Yo puse mis ojos en blanco.
El viaje no duro más de veinte minutos. Estábamos en la gran ciudad, Seattle. Alice tomo mi mano, ahora con mi consentimiento, y se podría decir que me llevaba por los aires como un barrilete. No entendía cual era su desesperación por las compras, pero si la hacia feliz…y con tal que no me traten como una muñeca…estaba todo bien.
Recorrimos todas las galerías habidas y por haber, terminamos finalmente de comprar y llegamos al estacionamiento llenas de bolsas y paquetes por todos lados. Trataba de seguirlas lo más rápido posible.
-Alice…
-¿Qué sucede? –respondió mientras abría el baúl del auto y metía las bolsas acomodándolas en cierto estilo. Renesmee subió al auto.
-Te agradezco por todo esto, en serio –sonreí –aunque no fuera necesario…
-¡¿Cómo que no va a ser necesario?! –rió –hoy tienes una cita con un humano…¡¡¡Esto es tan emocionante!!!
-Ni pienses que voy a ponerme ese vestido de seda…
-¡Jaz!
-¡Alice! –intente que razonara -¡Voy a un cine y luego a comer hamburguesas a un Mc Donalds, no a la gala de el príncipe de Holanda!
-Bueno… -intento de razonar –igual tenés el jean negro que te eligió Nessie…
-Ella es un poco más realista…
-No lo creas –dijo cuando puso su ultima bolsa y cerro el baúl. Me miro y me mostró sus dientes relucientes en una sonrisa angelical –tienes que ver lo que ella te compro…en la sección de rompa interior de Tiffanys…
Se dirigió al asiento del conductor mientras mi mirada confusa y de interrogante la siguió mientras yo me subía por el lado del copiloto. Esto no era justo. Para nada.
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Tan lindo y emocionante como siempre Alice!!!
Espero por el proximo capitulo (=
Espero por el proximo capitulo (=
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Buenisimo! Voy a estar atenta para continuar
Mientras más subes, más ganas de leer me dan....
Mientras más subes, más ganas de leer me dan....
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Gracias chicos!!! aqui sigue....
9. Prado Cullen
Taylor me llamo en la mañana para cancelar nuestra salida. Su abuela de Seattle, que estaba enferma, parecía que empeoró y el tuvo que acompañar a su madre. Me decía que lo sentía mucho y prometía compensarme. Lo trate de tranquilizar diciendo que no importaba, que teníamos otros días para salir y que mande saludos a su madre. Colgué y me frustre. Tenia el día libre, sin nada que hacer… ¿Y ahora? Me sentía cuando el final de una película no es lo suficiente, que pareciera que faltaba algo. ¿Y? ¿Qué seguía?
-Hola prima –me tomo por sorpresa Alice entrando en la cocina junto con Jasper.
-Hola –salude y note que mi voz estaba apagada.
-¿Paso algo? –se preocupo Alice y camino hasta mi lado –por favor, haz el desayuno, Jasper –indicó mientras hacia seña que me sentara con ella.
-Si –dijo firmemente Jasper y empezó a sacar unos vasos.
-Llamo Taylor –susurré.
-Cancelo la cita –susurró Alice.
-Si, algo así –solté un pequeño bufido. Realmente no entendía que me pasaba. ¿Por qué estaba triste?
-¡Hey, tranquila! –trato de animarme Alice mientras me refregaba los brazos –ya que tenemos el día libre… -hizo un silencio y pensó –emm…que puedo mostrarte que no conozcas…
Por los suaves ruidos terminados, deduci que Jasper había terminado el desayuno. Me puso una bandeja delante mío que tenia un te con un plato de galletitas dulces, las cuales eran mis favoritas, un jugo de naranja, unas tostadas con mermelada de frutilla y queso y tostadas sin nada. Realmente olía delicioso.
-Gracias Jasper –lo mire a los ojos –realmente huele delicioso.
-De nada, Jaz. Me alegro que te guste…
De repente, sentí que mis preocupaciones ya no las tenía. Me sentía como liviana, suspire y sonreí. Estaba tranquila.
-Y gracias por tranquilizarme –sonreí.
-Tampoco es nada –sonrió y se sentó junto con nosotras.
-Jazmín… ¿te gustaría conocer el prado Cullen? –la voz dulce de Alice capto mi atención mientras comía una galletita.
-¿Prado Cullen? –pregunte.
-Si, es un pequeño lugar que es hermoso y que varias veces pasamos el tiempo allí –miro hacia la heladera -¡podríamos hacer un picnic! –exclamo.
-Guau –solté y mire a Jasper que sonreía y note que sus ojos, que la miraban, se notaban mas enamorados que nunca. Si eso la hacia feliz… -bueno…dale, me gusto la idea. ¿Les avisamos a los demás?
-Emmett, Edward, Bella y yo salimos de caza dentro de una hora –dijo Jasper.
-Y mi hermana fue al cine con Nessie, Rosalie y Esme… -me acorde yo.
-Y Carlisle esta en el hospital –completo Alice -¡así va a ser una salida de hermanas!
Sentí un escalofríos por la espalda, pero trate de disimularlo mientras tomaba un sorbo de te -Bueno, termina de desayunar y ve a cambiarte. Yo voy a preparar la canasta…
-¿Te vas a poner una caperuza roja y vamos a hacer Caperucita y la abuela? –reí.
-¿Por que no? tenemos lobos de sobra –rió Jasper conmigo.
-Jaja, muy gracioso –nos hizo burla Alice y se levanto de la mesa.
Termine rápidamente mi desayuno y fui a cambiarme. Puse un poco de música, ya que estando en silencio me hacia acordar el silencio de mi hermana y me aturdía. Busque mis jeans negros, las zapatillas, una musculosa negra y arriba mi camisa escocesa favorita. Por las dudas, tome mi mochila y puse una campera. El tiempo prometía un buen clima, pero no se sabía con exactitud.
Alice me esperaba en la escalera. Ella llevaba un simple jean azul con una blusa blanca y zapatillas, pero lo llevaba con tal elegancia que le quedaba perfecto.
-¿Vamos? –me sonrió.
-Seguro.
Jasper nos esperaba en la puerta para despedirnos. Luego, nos subimos al Volvo y nos encaminamos hacia la ruta que bordeaba los bosques. El del clima había acertado, el cielo estaba totalmente despejado sin ninguna nube en el horizonte. El sol estaba nítido con sus rayos bien amarillos y refulgentes. Me preguntaba si a Alice no le importaba el día.
-¡La vamos a pasar espectacular, ya vas a ver!
-Eso promete el día –reí. Luego pregunte -¿no te molesta que…te vea a la luz del sol?
-No, para nada –respondió despreocupadamente –creo que deberías acostumbrarte, ya que… -y calló.
-¿Ya que que?
-Que…vas a ser unos de nosotros…
-Ah, cierto –murmure –igual…no se, tal vez te incomode…
-No, ni un poquito -respondió nuevamente -¿puedo hacerte una pregunta?
-Si, claro –respondí al instante.
-¿Qué es lo que mas te gusta?
-¿Lo que mas me gusta? –me extrañe y mucho.
-Si…lo que mas te guste hacer…
-Y…no se…muchas cosas –indecisa, mire por la ventanilla pensando.
-Creo que es tocar la guitarra, ¿cierto?
-Si…exactamente –sonreí tímidamente.
-¿Y como te sentís cada vez que tocas la guitarra? –su mirada estaba seria. Realmente me estaba preguntando.
-Es difícil de explicar…es como si realmente…pudiera volar…
-¿Volar? –inquirió sonriente.
-Si, es muy extraño –suspire –es como si cada nota que haga, me elevara mas. Es libertad absoluta, donde mi mente puede divagar y no interesarle nada. Solo en la música. Y mí alrededor parece que desaparece y los acordes lo sean todo…
Suspire y sentí una paz impresionante. Recordar lo que me hace tocar el instrumento que mas adoro me hacia bien. Realmente relajaba. Adoraba mi guitarra, realmente la amaba. Alice me miraba realmente encantada. No entendía porque.
Finalmente, llegamos a una pequeña ruta que terminaba en un sendero. Alrededor había un bosquecito bastante grande que invitaba a su sombra y a su paisaje verde brillante. El aire estaba libre de cualquier contaminante y no había mucha gente alrededor. Bajamos del auto y, al notar la temperatura que hacia, deje mi campera en el auto. Alice me esperaba al comienzo del sendero con la canasta en la mano.
-Vamos, te va a encantar –sonrió Alice.
-¿Es muy lejos de aquí? –pregunte mientras me acercaba a ella.
-No mucho –reconoció -¡Vamos, súbete a mi espalda! Así llegaremos más rápido.
Me subí y empezó a correr por en medio del bosque. Los árboles y los arbustos eran verdes oscuros y pasaban velocidad inigualable. Alice esquivaba cualquier obstáculo que se le impusiera sin ningún esfuerzo. Al pensar que tal vez algún día yo tuviera ese poder…me hacia temblar. La velocidad con torpeza no era una buena combinación. Sin avisar, se detuvo cuando aun nos encontrábamos en el bosque. Me bajó, y al ver mi rostro, me explicó.
-No quiero arruinarte la sorpresa –sus ojos estaban emocionados y eso los hacia brillar mas – camina derecho hacia aquella luz –me indico –yo te sigo.
Sin entender nada, le hice caso ya que no creía que hubiera peligro. Camine unos metros derecho por el sendero. Cuando pase unos árboles finalmente habíamos llegado. Quedé con la boca abierta.
El prado era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado. De repente, capte un leve sonido, como un arrullo.
-Es un lago –intervino Alice en mis pensamientos –esta a pocos metros de aquí.
Definitivamente era hermoso. Más hermoso que cualquier lugar.
-Te dije que te iba a gustar –la excitación de su voz me hizo reír -¡Vamos a sentarnos allá! –gritó y me tomo de mi mano.
La hermosura del prado fue injustamente opacado por la piel de Alice a la luz del sol. Los brillantes inundaban su piel por todos lados y la hacían más perfecta de lo que ya era. Pobre prado.
Me llevo hasta el centro del lugar, sacó una pequeña cobija acuadrille y la puso en el suelo para que nos sentáramos. Estábamos justo al frente del hermoso lago. Sacó un refresco y un vaso.
-Por si tienes sed…
-Creo que entendí –sonreí –esto es…hermoso…
-Edward lo encontró hace tiempo, antes de conocer a Bella.
Hubo un silencio. Solo el sonido del agua del lago lo interrumpía. No sabía que hacer ni decir. Era media tonta como para romper el hielo, así que, como me lo veía venir, Alice lo quebró contándome anécdotas de la familia. Su llegada con Jasper, de su primera cacería, de las apuestas con Emmett y más. Era todo muy gracioso.
Realmente, no sabia como lo hacía, pero Alice lograba lo que nadie logro en tres años. Ella hacia que ese pequeño dolor que sentía en el pecho, que yo disimulaba exitosamente todos los días, desapareciera por el momento. Era excelente y extraño a la vez. No era como con Edward que ocupaba el vacío, si no que parecía que no existiera, que me relajaba y lograba pensar otras cosas.
Después de reírnos de una pelea de Rosalie con Jacob, Alice me quedó mirando media dubitativa.
-¿Qué sucede, Alice? –pregunté.
-Nada, solo… -vaciló –quisiera saber si…te molestaría hablar de mi tíos…de tus padres…
-Ah… –me sorprendió –Emm, no esta bien…creo que podré hablar del tema…
Alice se acomodó cruzando las piernas y apoyando su dulce rostro entre sus manos. Parecía una pequeña a punto de escuchar una historia de su abuela. Yo empecé mi historia.
-Mis padres se llamaban Maria DiSanto y Esteban Cullen. Él se lo había cambiado cuando había llegado a la Argentina ya que el real era Charles. Conoció a mi madre en la facultad donde estudiaban abogacía, se pusieron de novios y a los dos años se casaron. Al año que se casaron nos tuvieron a nosotras. Nos criaron realmente bien, fueron…unos excelentes padres –tartamudeé un poco, pero pude seguir – yo siempre fui la consentida de mi padre. A Nancy y a mi nos amaba con el corazón, pero mi intuición me decía que él me quería mas a mi, nunca supe porque…Mi madre siempre estuvo cuando la necesité. Cuando era pequeña, a la noche, me arropaba y me contaba un cuento que ella misma inventaba. Yo ponía los personajes, que eran siempre mis amigos del barrio, y yo siempre era la protagonista –solté una risita –Eran espectaculares esos cuentos. Era el momento del día que mas disfrutaba. Ella hacia que mi imaginación volara a niveles que pensaba que eran imposibles. Investigaba casos como Scooby Doo, peleaba contra los malos como los Power Rangers y tenia mi propia banda como Paramore o Blink 182…
-Eso no cambio –sonrió Alice.
-Es cierto –también me reí –también me acuerdo de un momento muy especial con mi padre. Él siempre estaba cuando yo quería jugar fuera lo que fuera. Desde chica siempre tuve miedo a las muñecas –me ruboricé –así que él siempre que llegaba a mi casa, veía que mi madre estaba ayudando a Nancy a hacer la tarea, así que agarraba la pelota y me llevaba a jugar a la plaza de la esquina de casa…¡Que locura! –nos reímos las dos –y hay algo que jamás olvidare –suspire –En mi cumpleaños numero doce me había levantado temprano y fui hacia el comedor, donde sabia que él estaba desayunando. Apenas me vio, sonrió, se levanto de la silla y me levanto por los aires. Me abrazó, me beso y me dijo que mi regalo me esperaba en el living. Sonriendo, corrí, seguida por él, hacia el living y ahí estaba. En su funda negra que abrí con desesperación y la vi por primera vez. Mi guitarra. Nunca fui tan feliz en mi corta vida como ese día. Me acuerdo que desde ese momento nunca me separe de mi guitarra, tocándola día y noche –Alice me miraba atenta y sonriendo. Los recuerdos nítidos estaban en mi mente y me hacían reír todos los días –Una noche…estaba a punto de dormirme, pero me acorde que no había saludado a mis padres. Me levante y fui hacia su cuarto. Ellos ya estaban dormidos, así que sigilosamente, me acerqué, los bese a cada uno y susurré “Los amo”. Luego me fui sin hacer ningún ruido –suspire y arrugué mi ceño. De lo siguiente no lo olvidaría nunca -Al día siguiente, Griselda nos despierta mas temprano de lo acostumbrado y dijo que nos buscaban. Extrañada, me levante y, seguida por mi hermana, fui hacia la puerta principal. Ahí nos esperaban dos oficiales de policía. Uno de ellos era el mejor amigo de mi padre, Gastón, que se conocían hace años. Me preguntaba que pasaba, ya que era todo muy raro. Ligeramente, sentí que mi hermana me tomaba de la mano. “Chicas –empezó Gastón –lamento…lamento decirles que sus padres tuvieron un terrible accidente automovilístico en la autopista. No sobrevivieron. Lo siento”. En ese momento me acuerdo que no sentía nada. No sentía dolor físico ni emocional. Sencillamente no sentía nada. Mi hermana sufrió un ataque de histeria en mis propios brazos. Yo no debía caer en ese momento porque no había nadie que sostuviera a mi hermana –sin darme cuenta, algo paso. Mi voz iba decayendo y había algo que intentaba escaparse por mis ojos. Lagrimas –nunca caí delante de ella. No podía permitírmelo. Soy todo lo que ella tiene. No quiero que vea que…
Sin darme cuenta, sin detenerme siquiera, me derrumbé. Lloré como nunca había llorado. Por primera vez en tres años me permití llorar. Lo necesitaba. Todo ese dolor había permanecido por tanto tiempo que finalmente estaba saliendo. En un momento, sentí algo frío y duro me abrazaba. Alice hizo que mi cabeza se apoyara en su pecho mientras trataba de tranquilizarme. Sentía que ella también estaba como llorando. Un pequeño sonido que retumbaba en su pecho me lo hizo notar. No llore mas, pero quería permanecer en ese lugar. Ella seguía acariciando mis brazos y apoyo su mentón en mi cabeza. Nos quedamos así unos dos, tal vez tres minutos. No quería arruinar esa tarde que ella me había ofrecido con promesa de diversión.
Me separe como pude de su pecho. Mire a su rostro. Alice mostró una pequeña sonrisa y secó las lágrimas que quedaron en mis mejillas. Se veía satisfecha.
-Gracias –solté al saber que ella lo había planeado ya que seguro lo había visto.
-Te veía mal desde que llegaste. Y quería saber porque. Lo único que necesitabas era alguien que te escuchara –me tomo de las manos –Jaz, se que hace solo dos meses me conoces, pero quiero que sepas que podes contar conmigo para lo que necesites. No soy tu prima, soy tu hermana. Tómalo como tal.
-Gracias, Alice. En serio –sonreí.
-Ahora, come algo –me dijo alcanzándome unos sándwiches de la canasta –te va a hacer bien.
Estuvimos charlando un rato más. Yo estaba sentada con mis piernas cruzadas y apoyada con mis manos mientras Alice estaba recostada en mis piernas.
-Alice, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Si, la que quieras –dijo mientras jugaba con una flor.
-¿Renesmee…tiene algo en contra mío? –casi susurré. Varias sospechas rondaban en mi mente y quería sacarme la duda.
-No, no es eso –respondió ella –solo esta celosa.
-¿Celosa?
-Por lo de Edward –se encogió de hombros –salió un poco a Rosalie. Edward la ama y lo sabe, pero no esta convencida. Por eso…tal vez…este un poco indiferente con la familia. Entiende, ella es la mas pequeña de la familia y tenia toda la atención, hasta que llegaron ustedes…
-Pero yo no pedí nada…
-Ella exagera también –suspiro –la verdad, que últimamente, no la entiendo.
Suspiro y me regalo la flor. Solté una risita y la tome. En eso estábamos cuando ocurrió lo menos esperado.
Escuche que la tierra retumbaba, como que algo pesado se estaba acercando. Instantáneamente, mire a Alice. Ella me miró también.
-¿Quién es? –susurré.
Miro hacia el bosque. El sonido se hacia mas fuerte. Alice me hizo señas que me quedara callada y se levantó. Me tomo del brazo y me puso detrás de ella. Por unos minutos, un silencio mortal inundo el prado. Solo el sonido del lago era audible, pero los pájaros y cualquier bicharraco del bosque estaban callados. Mi respiración era también un poco audible. Alice estaba más atenta que nunca.
De repente, pasó.
Algo enorme, fuerte y frío me tomo por la cintura y me hizo girar por los aires. Mis gritos se escucharon en todo el prado, pero su risa fue más fuerte.
-¡¡¡EMMETT!!!
-¡Tranquila, hermana, que no voy a hacerte daño! –reía mientras me bajaba sana y salva a tierra firme.
-¡Me mataste de un susto! –le dije mientras lo golpeaba en el enorme brazo.
Los dos reíamos. Mire y también estaba Jasper acompañándonos.
-Fuimos a cazar y quisimos darles una sorpresa –dijo Jasper con una sonrisa mientras abrazaba a Alice –perdón si las asustamos.
-La asustaron –sonrió Alice –pero yo jamás dejaría que algo o alguien le haga daño a mi hermanita.
-¡Tengo una idea! –gritó Emmett -¿y si jugamos a las escondidas?
-Emm, tengo la triste afirmación que ustedes tienen algo que yo no tengo –los mire –velocidad, olfato…
-No te hagas problema…juegas conmigo –rió Emmett.
-Voy a buscar a Edward y Bella que andan cerca –dijo Alice contenta y corrió hacia el bosque.
Pasamos la tarde a las risas y diversión. Realmente, las metas de las escondidas eran lejanas, pero la velocidad que tenia Emmett y la ferocidad lo hacia mas divertido. Obviamente que el ambiente no estaba del todo bien. Edward estaba ensimismado, como deshecho, pero no lo demostraba y jugaba normalmente. Había escuchado lo que había hablado con Alice de lo de Nessie. Creo que no era el momento para hablarlo, pero en algún momento debíamos hacerlo.
Finalmente, el crepúsculo nos dio el indicio de que era hora de irnos a casa. Mientras juntaba las cosas, sonó mi celular. Taylor.
-¿Taylor? –solté al auricular.
-¡Hola! ¿Cómo estas? –preguntó. Vi que Edward suspiro lo bastante fuerte para que lo escuchara.
-Bien…Salí con mis hermanos a un día de camping.
-¿La pasaste bien?
-Si, fue muy divertido –reí.
-Me parece bien que disfrutaras el día –suspiro –llamaba para preguntarte… ¿Qué haces este sábado?
9. Prado Cullen
Taylor me llamo en la mañana para cancelar nuestra salida. Su abuela de Seattle, que estaba enferma, parecía que empeoró y el tuvo que acompañar a su madre. Me decía que lo sentía mucho y prometía compensarme. Lo trate de tranquilizar diciendo que no importaba, que teníamos otros días para salir y que mande saludos a su madre. Colgué y me frustre. Tenia el día libre, sin nada que hacer… ¿Y ahora? Me sentía cuando el final de una película no es lo suficiente, que pareciera que faltaba algo. ¿Y? ¿Qué seguía?
-Hola prima –me tomo por sorpresa Alice entrando en la cocina junto con Jasper.
-Hola –salude y note que mi voz estaba apagada.
-¿Paso algo? –se preocupo Alice y camino hasta mi lado –por favor, haz el desayuno, Jasper –indicó mientras hacia seña que me sentara con ella.
-Si –dijo firmemente Jasper y empezó a sacar unos vasos.
-Llamo Taylor –susurré.
-Cancelo la cita –susurró Alice.
-Si, algo así –solté un pequeño bufido. Realmente no entendía que me pasaba. ¿Por qué estaba triste?
-¡Hey, tranquila! –trato de animarme Alice mientras me refregaba los brazos –ya que tenemos el día libre… -hizo un silencio y pensó –emm…que puedo mostrarte que no conozcas…
Por los suaves ruidos terminados, deduci que Jasper había terminado el desayuno. Me puso una bandeja delante mío que tenia un te con un plato de galletitas dulces, las cuales eran mis favoritas, un jugo de naranja, unas tostadas con mermelada de frutilla y queso y tostadas sin nada. Realmente olía delicioso.
-Gracias Jasper –lo mire a los ojos –realmente huele delicioso.
-De nada, Jaz. Me alegro que te guste…
De repente, sentí que mis preocupaciones ya no las tenía. Me sentía como liviana, suspire y sonreí. Estaba tranquila.
-Y gracias por tranquilizarme –sonreí.
-Tampoco es nada –sonrió y se sentó junto con nosotras.
-Jazmín… ¿te gustaría conocer el prado Cullen? –la voz dulce de Alice capto mi atención mientras comía una galletita.
-¿Prado Cullen? –pregunte.
-Si, es un pequeño lugar que es hermoso y que varias veces pasamos el tiempo allí –miro hacia la heladera -¡podríamos hacer un picnic! –exclamo.
-Guau –solté y mire a Jasper que sonreía y note que sus ojos, que la miraban, se notaban mas enamorados que nunca. Si eso la hacia feliz… -bueno…dale, me gusto la idea. ¿Les avisamos a los demás?
-Emmett, Edward, Bella y yo salimos de caza dentro de una hora –dijo Jasper.
-Y mi hermana fue al cine con Nessie, Rosalie y Esme… -me acorde yo.
-Y Carlisle esta en el hospital –completo Alice -¡así va a ser una salida de hermanas!
Sentí un escalofríos por la espalda, pero trate de disimularlo mientras tomaba un sorbo de te -Bueno, termina de desayunar y ve a cambiarte. Yo voy a preparar la canasta…
-¿Te vas a poner una caperuza roja y vamos a hacer Caperucita y la abuela? –reí.
-¿Por que no? tenemos lobos de sobra –rió Jasper conmigo.
-Jaja, muy gracioso –nos hizo burla Alice y se levanto de la mesa.
Termine rápidamente mi desayuno y fui a cambiarme. Puse un poco de música, ya que estando en silencio me hacia acordar el silencio de mi hermana y me aturdía. Busque mis jeans negros, las zapatillas, una musculosa negra y arriba mi camisa escocesa favorita. Por las dudas, tome mi mochila y puse una campera. El tiempo prometía un buen clima, pero no se sabía con exactitud.
Alice me esperaba en la escalera. Ella llevaba un simple jean azul con una blusa blanca y zapatillas, pero lo llevaba con tal elegancia que le quedaba perfecto.
-¿Vamos? –me sonrió.
-Seguro.
Jasper nos esperaba en la puerta para despedirnos. Luego, nos subimos al Volvo y nos encaminamos hacia la ruta que bordeaba los bosques. El del clima había acertado, el cielo estaba totalmente despejado sin ninguna nube en el horizonte. El sol estaba nítido con sus rayos bien amarillos y refulgentes. Me preguntaba si a Alice no le importaba el día.
-¡La vamos a pasar espectacular, ya vas a ver!
-Eso promete el día –reí. Luego pregunte -¿no te molesta que…te vea a la luz del sol?
-No, para nada –respondió despreocupadamente –creo que deberías acostumbrarte, ya que… -y calló.
-¿Ya que que?
-Que…vas a ser unos de nosotros…
-Ah, cierto –murmure –igual…no se, tal vez te incomode…
-No, ni un poquito -respondió nuevamente -¿puedo hacerte una pregunta?
-Si, claro –respondí al instante.
-¿Qué es lo que mas te gusta?
-¿Lo que mas me gusta? –me extrañe y mucho.
-Si…lo que mas te guste hacer…
-Y…no se…muchas cosas –indecisa, mire por la ventanilla pensando.
-Creo que es tocar la guitarra, ¿cierto?
-Si…exactamente –sonreí tímidamente.
-¿Y como te sentís cada vez que tocas la guitarra? –su mirada estaba seria. Realmente me estaba preguntando.
-Es difícil de explicar…es como si realmente…pudiera volar…
-¿Volar? –inquirió sonriente.
-Si, es muy extraño –suspire –es como si cada nota que haga, me elevara mas. Es libertad absoluta, donde mi mente puede divagar y no interesarle nada. Solo en la música. Y mí alrededor parece que desaparece y los acordes lo sean todo…
Suspire y sentí una paz impresionante. Recordar lo que me hace tocar el instrumento que mas adoro me hacia bien. Realmente relajaba. Adoraba mi guitarra, realmente la amaba. Alice me miraba realmente encantada. No entendía porque.
Finalmente, llegamos a una pequeña ruta que terminaba en un sendero. Alrededor había un bosquecito bastante grande que invitaba a su sombra y a su paisaje verde brillante. El aire estaba libre de cualquier contaminante y no había mucha gente alrededor. Bajamos del auto y, al notar la temperatura que hacia, deje mi campera en el auto. Alice me esperaba al comienzo del sendero con la canasta en la mano.
-Vamos, te va a encantar –sonrió Alice.
-¿Es muy lejos de aquí? –pregunte mientras me acercaba a ella.
-No mucho –reconoció -¡Vamos, súbete a mi espalda! Así llegaremos más rápido.
Me subí y empezó a correr por en medio del bosque. Los árboles y los arbustos eran verdes oscuros y pasaban velocidad inigualable. Alice esquivaba cualquier obstáculo que se le impusiera sin ningún esfuerzo. Al pensar que tal vez algún día yo tuviera ese poder…me hacia temblar. La velocidad con torpeza no era una buena combinación. Sin avisar, se detuvo cuando aun nos encontrábamos en el bosque. Me bajó, y al ver mi rostro, me explicó.
-No quiero arruinarte la sorpresa –sus ojos estaban emocionados y eso los hacia brillar mas – camina derecho hacia aquella luz –me indico –yo te sigo.
Sin entender nada, le hice caso ya que no creía que hubiera peligro. Camine unos metros derecho por el sendero. Cuando pase unos árboles finalmente habíamos llegado. Quedé con la boca abierta.
El prado era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado. De repente, capte un leve sonido, como un arrullo.
-Es un lago –intervino Alice en mis pensamientos –esta a pocos metros de aquí.
Definitivamente era hermoso. Más hermoso que cualquier lugar.
-Te dije que te iba a gustar –la excitación de su voz me hizo reír -¡Vamos a sentarnos allá! –gritó y me tomo de mi mano.
La hermosura del prado fue injustamente opacado por la piel de Alice a la luz del sol. Los brillantes inundaban su piel por todos lados y la hacían más perfecta de lo que ya era. Pobre prado.
Me llevo hasta el centro del lugar, sacó una pequeña cobija acuadrille y la puso en el suelo para que nos sentáramos. Estábamos justo al frente del hermoso lago. Sacó un refresco y un vaso.
-Por si tienes sed…
-Creo que entendí –sonreí –esto es…hermoso…
-Edward lo encontró hace tiempo, antes de conocer a Bella.
Hubo un silencio. Solo el sonido del agua del lago lo interrumpía. No sabía que hacer ni decir. Era media tonta como para romper el hielo, así que, como me lo veía venir, Alice lo quebró contándome anécdotas de la familia. Su llegada con Jasper, de su primera cacería, de las apuestas con Emmett y más. Era todo muy gracioso.
Realmente, no sabia como lo hacía, pero Alice lograba lo que nadie logro en tres años. Ella hacia que ese pequeño dolor que sentía en el pecho, que yo disimulaba exitosamente todos los días, desapareciera por el momento. Era excelente y extraño a la vez. No era como con Edward que ocupaba el vacío, si no que parecía que no existiera, que me relajaba y lograba pensar otras cosas.
Después de reírnos de una pelea de Rosalie con Jacob, Alice me quedó mirando media dubitativa.
-¿Qué sucede, Alice? –pregunté.
-Nada, solo… -vaciló –quisiera saber si…te molestaría hablar de mi tíos…de tus padres…
-Ah… –me sorprendió –Emm, no esta bien…creo que podré hablar del tema…
Alice se acomodó cruzando las piernas y apoyando su dulce rostro entre sus manos. Parecía una pequeña a punto de escuchar una historia de su abuela. Yo empecé mi historia.
-Mis padres se llamaban Maria DiSanto y Esteban Cullen. Él se lo había cambiado cuando había llegado a la Argentina ya que el real era Charles. Conoció a mi madre en la facultad donde estudiaban abogacía, se pusieron de novios y a los dos años se casaron. Al año que se casaron nos tuvieron a nosotras. Nos criaron realmente bien, fueron…unos excelentes padres –tartamudeé un poco, pero pude seguir – yo siempre fui la consentida de mi padre. A Nancy y a mi nos amaba con el corazón, pero mi intuición me decía que él me quería mas a mi, nunca supe porque…Mi madre siempre estuvo cuando la necesité. Cuando era pequeña, a la noche, me arropaba y me contaba un cuento que ella misma inventaba. Yo ponía los personajes, que eran siempre mis amigos del barrio, y yo siempre era la protagonista –solté una risita –Eran espectaculares esos cuentos. Era el momento del día que mas disfrutaba. Ella hacia que mi imaginación volara a niveles que pensaba que eran imposibles. Investigaba casos como Scooby Doo, peleaba contra los malos como los Power Rangers y tenia mi propia banda como Paramore o Blink 182…
-Eso no cambio –sonrió Alice.
-Es cierto –también me reí –también me acuerdo de un momento muy especial con mi padre. Él siempre estaba cuando yo quería jugar fuera lo que fuera. Desde chica siempre tuve miedo a las muñecas –me ruboricé –así que él siempre que llegaba a mi casa, veía que mi madre estaba ayudando a Nancy a hacer la tarea, así que agarraba la pelota y me llevaba a jugar a la plaza de la esquina de casa…¡Que locura! –nos reímos las dos –y hay algo que jamás olvidare –suspire –En mi cumpleaños numero doce me había levantado temprano y fui hacia el comedor, donde sabia que él estaba desayunando. Apenas me vio, sonrió, se levanto de la silla y me levanto por los aires. Me abrazó, me beso y me dijo que mi regalo me esperaba en el living. Sonriendo, corrí, seguida por él, hacia el living y ahí estaba. En su funda negra que abrí con desesperación y la vi por primera vez. Mi guitarra. Nunca fui tan feliz en mi corta vida como ese día. Me acuerdo que desde ese momento nunca me separe de mi guitarra, tocándola día y noche –Alice me miraba atenta y sonriendo. Los recuerdos nítidos estaban en mi mente y me hacían reír todos los días –Una noche…estaba a punto de dormirme, pero me acorde que no había saludado a mis padres. Me levante y fui hacia su cuarto. Ellos ya estaban dormidos, así que sigilosamente, me acerqué, los bese a cada uno y susurré “Los amo”. Luego me fui sin hacer ningún ruido –suspire y arrugué mi ceño. De lo siguiente no lo olvidaría nunca -Al día siguiente, Griselda nos despierta mas temprano de lo acostumbrado y dijo que nos buscaban. Extrañada, me levante y, seguida por mi hermana, fui hacia la puerta principal. Ahí nos esperaban dos oficiales de policía. Uno de ellos era el mejor amigo de mi padre, Gastón, que se conocían hace años. Me preguntaba que pasaba, ya que era todo muy raro. Ligeramente, sentí que mi hermana me tomaba de la mano. “Chicas –empezó Gastón –lamento…lamento decirles que sus padres tuvieron un terrible accidente automovilístico en la autopista. No sobrevivieron. Lo siento”. En ese momento me acuerdo que no sentía nada. No sentía dolor físico ni emocional. Sencillamente no sentía nada. Mi hermana sufrió un ataque de histeria en mis propios brazos. Yo no debía caer en ese momento porque no había nadie que sostuviera a mi hermana –sin darme cuenta, algo paso. Mi voz iba decayendo y había algo que intentaba escaparse por mis ojos. Lagrimas –nunca caí delante de ella. No podía permitírmelo. Soy todo lo que ella tiene. No quiero que vea que…
Sin darme cuenta, sin detenerme siquiera, me derrumbé. Lloré como nunca había llorado. Por primera vez en tres años me permití llorar. Lo necesitaba. Todo ese dolor había permanecido por tanto tiempo que finalmente estaba saliendo. En un momento, sentí algo frío y duro me abrazaba. Alice hizo que mi cabeza se apoyara en su pecho mientras trataba de tranquilizarme. Sentía que ella también estaba como llorando. Un pequeño sonido que retumbaba en su pecho me lo hizo notar. No llore mas, pero quería permanecer en ese lugar. Ella seguía acariciando mis brazos y apoyo su mentón en mi cabeza. Nos quedamos así unos dos, tal vez tres minutos. No quería arruinar esa tarde que ella me había ofrecido con promesa de diversión.
Me separe como pude de su pecho. Mire a su rostro. Alice mostró una pequeña sonrisa y secó las lágrimas que quedaron en mis mejillas. Se veía satisfecha.
-Gracias –solté al saber que ella lo había planeado ya que seguro lo había visto.
-Te veía mal desde que llegaste. Y quería saber porque. Lo único que necesitabas era alguien que te escuchara –me tomo de las manos –Jaz, se que hace solo dos meses me conoces, pero quiero que sepas que podes contar conmigo para lo que necesites. No soy tu prima, soy tu hermana. Tómalo como tal.
-Gracias, Alice. En serio –sonreí.
-Ahora, come algo –me dijo alcanzándome unos sándwiches de la canasta –te va a hacer bien.
Estuvimos charlando un rato más. Yo estaba sentada con mis piernas cruzadas y apoyada con mis manos mientras Alice estaba recostada en mis piernas.
-Alice, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Si, la que quieras –dijo mientras jugaba con una flor.
-¿Renesmee…tiene algo en contra mío? –casi susurré. Varias sospechas rondaban en mi mente y quería sacarme la duda.
-No, no es eso –respondió ella –solo esta celosa.
-¿Celosa?
-Por lo de Edward –se encogió de hombros –salió un poco a Rosalie. Edward la ama y lo sabe, pero no esta convencida. Por eso…tal vez…este un poco indiferente con la familia. Entiende, ella es la mas pequeña de la familia y tenia toda la atención, hasta que llegaron ustedes…
-Pero yo no pedí nada…
-Ella exagera también –suspiro –la verdad, que últimamente, no la entiendo.
Suspiro y me regalo la flor. Solté una risita y la tome. En eso estábamos cuando ocurrió lo menos esperado.
Escuche que la tierra retumbaba, como que algo pesado se estaba acercando. Instantáneamente, mire a Alice. Ella me miró también.
-¿Quién es? –susurré.
Miro hacia el bosque. El sonido se hacia mas fuerte. Alice me hizo señas que me quedara callada y se levantó. Me tomo del brazo y me puso detrás de ella. Por unos minutos, un silencio mortal inundo el prado. Solo el sonido del lago era audible, pero los pájaros y cualquier bicharraco del bosque estaban callados. Mi respiración era también un poco audible. Alice estaba más atenta que nunca.
De repente, pasó.
Algo enorme, fuerte y frío me tomo por la cintura y me hizo girar por los aires. Mis gritos se escucharon en todo el prado, pero su risa fue más fuerte.
-¡¡¡EMMETT!!!
-¡Tranquila, hermana, que no voy a hacerte daño! –reía mientras me bajaba sana y salva a tierra firme.
-¡Me mataste de un susto! –le dije mientras lo golpeaba en el enorme brazo.
Los dos reíamos. Mire y también estaba Jasper acompañándonos.
-Fuimos a cazar y quisimos darles una sorpresa –dijo Jasper con una sonrisa mientras abrazaba a Alice –perdón si las asustamos.
-La asustaron –sonrió Alice –pero yo jamás dejaría que algo o alguien le haga daño a mi hermanita.
-¡Tengo una idea! –gritó Emmett -¿y si jugamos a las escondidas?
-Emm, tengo la triste afirmación que ustedes tienen algo que yo no tengo –los mire –velocidad, olfato…
-No te hagas problema…juegas conmigo –rió Emmett.
-Voy a buscar a Edward y Bella que andan cerca –dijo Alice contenta y corrió hacia el bosque.
Pasamos la tarde a las risas y diversión. Realmente, las metas de las escondidas eran lejanas, pero la velocidad que tenia Emmett y la ferocidad lo hacia mas divertido. Obviamente que el ambiente no estaba del todo bien. Edward estaba ensimismado, como deshecho, pero no lo demostraba y jugaba normalmente. Había escuchado lo que había hablado con Alice de lo de Nessie. Creo que no era el momento para hablarlo, pero en algún momento debíamos hacerlo.
Finalmente, el crepúsculo nos dio el indicio de que era hora de irnos a casa. Mientras juntaba las cosas, sonó mi celular. Taylor.
-¿Taylor? –solté al auricular.
-¡Hola! ¿Cómo estas? –preguntó. Vi que Edward suspiro lo bastante fuerte para que lo escuchara.
-Bien…Salí con mis hermanos a un día de camping.
-¿La pasaste bien?
-Si, fue muy divertido –reí.
-Me parece bien que disfrutaras el día –suspiro –llamaba para preguntarte… ¿Qué haces este sábado?
Invitado- Invitado
Re: Fic: "Cullens"
Dios..!!!
Alice me matas con tus relatos xDD
Me puse a llorar cuando conto lo de la historia de sus padres )=
Bueno esperare por mas como siempre (=
Alice me matas con tus relatos xDD
Me puse a llorar cuando conto lo de la historia de sus padres )=
Bueno esperare por mas como siempre (=
Invitado- Invitado
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Jue Dic 26, 2013 1:03 am por Thiago Vulturi
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Jue Dic 26, 2013 12:48 am por Thiago Vulturi
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Dom Nov 04, 2012 11:06 am por Edward Cullen
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Jue Sep 27, 2012 7:46 pm por Mary Alice Brandon Cullen
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